La democracia es un sistema, que en el mundo
se reconoce, no como el mejor gobierno; más aún, en los países bananeros,
manejados por la corrupción sistémica. Sin embargo, es el único que da
posibilidad a sus habitantes, de cuestionar y rechazar el abuso de los poderes
del Estado: Cuando se plantean situaciones en la interpretación de la Ley , ya que allí nace la gran
corrupción; en su acomodo, para beneficiar a unos pocos, sistemáticamente.
El pueblo, la sociedad, el país, ve esto como
una injusticia, a gritos, sin posibilidad de solucionar; cuando la yema
política utiliza al sistema, para absolver a sus propios colegas, ante
cualquier hecho, acto o práctica de corrupción. Esto es una democracia de boca.
Felizmente, hasta hoy, el propio presidente
está pidiendo que el pueblo paraguayo deje de callar, sobre las cuestiones
planteadas, sobre situaciones de la corrupción sistémica.
Nace entonces la democracia, en libertad de
idea y pensamiento, respaldado por un Estado de Derecho, garantizado por el
cuarto poder, si comunican al pueblo la verdad sobre la interpretación corrupta
de las leyes, que se realiza en perjuicio de todos los ciudadanos.
Según la TGC , el respeto de la correcta interpretación,
convierte a la Justicia
en la máxima expresión de un pueblo, que busca progresar.
Nuestros representantes siguen en la nebulosa,
de pretender convencer de las injusticias, y acomodar las leyes a sus
intereses, que es vicio e ignorancia, en pleno siglo XXI, eludiendo a la
justicia, que es sabiduría y virtud al servicio del bien común, al amparo del
pueblo, que paga por sus labores como funcionarios públicos, responsables
directos de la vida y los bienes de todos los que habitamos este suelo.
La situación planteada con los poderes no debe
seguir al amparo de la corrupción, si es que buscamos progresar, en base al
Estado social de Derecho; que establecimos en nuestra Carta Magna.