Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta #funcionpublica

El deseo

  Una contadora de Pilar me dice: “Si el Banco es del Estado y es multado por el Banco Central, ¿quién paga la multa?” Según la TGC el poder y sus instituciones tienen representantes, que son responsables sociales por derecho público. Aquí se plantea una corrupción sistémica muy interesante, ya que el Estado es una figura jurídica que brinda cause legal a la política en acción, donde al cometer injusticia sus representantes también configuran la corrupción sistémica. Al utilizar de esa forma sus funciones, estos representantes, tienen una responsabilidad también económica, con su peculio personal, debiendo pagar esa multa impuesta a la institución bancaria. Caso contrario, la  famosa multa, tan promocionada y publicitada como sanción, queda al hombro de todos los habitantes del país, dueños del banco, jurídicamente, en un Estado de Derecho. “¿Quiere decir que pagamos todos el “gran deseo” de los funcionarios con sueldo de primer mundo? Esto parece más una cobertura de pasivos pasados

Los zorros sociales y el curacionismo

 Una parroquiana de Asunción me llama y me dice: “¿Pueden cambiar los zorros sus hábitos en la ignorancia social?” Según la TGC, la ignorancia social ocurre al oscurecerse el derecho. Si bien, la pregunta de la ciudadana asuncena es comparativa, existen procedimientos de algunos funcionarios, que nos recuerdan a épocas pasadas; de la muy mentada “privatización”. Hoy, éstos, volviendo al “redil”, pretenden devorar incluso los aportes públicos sociales, aplaudidos y sostenidos por los amigos de turno en la estructura de gobierno democrático. Democracia social de derecho, carcomida por el óxido fatal de la ignorancia. “Aquí nunca cae nadie –repetía indignada la señora – aunque sea de conocimiento público ante el país” Hasta los mismos compañeros de campaña están molestos por los actos, hechos y prácticas al amparo de la ignorancia. El método sigue siendo: mostrar cierta urgencia o necesidad imperiosa para sobrefacturar cualquier compra. Total, la ley y el derecho pueden ser

Solo una libertad y el curacionismo

  “Ni millonarios ni pobres. Solo hay una libertad en la vida: La que se funda en el respeto a la naturaleza” –me decía una parroquiana de Yaguarón. Según la TGC , el poder existe para buscar la armonía en equidad. Esta verdad absoluta está compuesta normalmente por una ley , conformada a su vez, por una parte, de ética y moral. Para el curacionismo la norma no queda solo en su exposición de ética y moral, sino que requiere de una aplicación correcta del derecho. Al tener esta claridad , libertad y virtud, toda persona en democracia tiene poder en sus manos, junto con la voluntad para hacer cumplir y respetar los derechos de los componentes de todo Estado. Como es el caso nuestro en particular, “social de derecho”. Que, al no entenderse tal concepto de Estado, tampoco se puede pedir su cumplimiento; haciendo de todos nosotros, analfabetos funcionales, al servicio justamente de los depredadores de la naturaleza y perseguidores de los pueblos nativos de toda América Latina .

El jugador uno y el curacionismo

Una parroquiana de Asunción me dice: “Hay jugadores titulares y suplentes en la política pública y todos piensan jugar…” Según la TGC, la ignorancia gira siempre al servicio de los funcionarios, y de éstos a los que beneficien en lo privado. Por eso la relación intrínseca entre ignorancia, poder y corrupción. Para entender con claridad, se debe separar el derecho de la política; así como los funcionarios del Estado, como personas físicas; la función que cumplen los mismos dentro del poder, de sus intereses particulares. Lo que ocurre en la administración, al confundir la persona nombrada para cumplir una función, al cargo, con un premio político. Al dirigir una institución y tratar de sacar sus propios beneficios. Caen en injusticia, que no es otra cosa que la corrupción sistémica, movida por la ignorancia, a través de los poderes a cargo de los sujetos votados, nombrados y designados. “Si esto sigue así seguirán cayendo los jugadores en nuestro país”, repetía la ciudadana ind

Jugando con la corrupción

Me llamó una parroquiana de Asunción y me dijo: “Se ha cometido la gran corrupción”. Según la TGC , el poder y la ignorancia, en concomitancia, forman la corrupción. Esta claridad que parece no importarle a casi nadie, es, sin embargo, ante los hechos, irrefutable. La ignominia aparente hacia este estudio, con mayor razón cuando algunos se creen dueños de los poderes de un Estado, sea en democracia o en cualquier sistema político; obedece solo a un interés circunstancial. Esto es así porque a la corrupción, solo le importan los resultados económicos que se obtengan a expensas del “Estado” o las “Instituciones”, que acumulan y administran en nombre del pueblo y cuyos representantes electos son responsables directos, si ocurre algún desliz en su mandato. “Aquí no hay duda— insistía la dama—Hubo gran corrupción , incluso documentada y a la vista”. El manejo familiar al estilo de la monarquía hereditaria, hoy día se practica en Latino América, dando como producto gobiernos gatop

La percepción y la corrupción

Una parroquiana de Pilar me dice: “Mi percepción es que vivimos en un estado de corrupción total”. Según la TGC, la ignorancia y el poder son aliados, dentro de ese sistema o estado de cosas . Ahora bien, al afirmar que existe un acto, un hecho o una práctica de la corrupción, estamos reconociendo las partes que llevan a decir “corrupción total”. De no ser identificados y diferenciadas estas nuevas figuras jurídicas, establecidas en la primera teoría general jurídica de la corrupción , nos quedamos en la simple percepción, la cual es siempre subjetiva. Se toman los datos de encuestas y dichos.

La responsabilidad y la corrupción

Una parroquiana de Ca’aguazú me afirma : “La responsabilidad de los funcionarios se encuentra en todos los comportamientos corruptos en su función”. Según la TGC, la responsabilidad en la función púbilca no admite ignorancia. Esta situación afirmada por alguien que está viviendo los actos, hechos y prácticas de la corrupción sistémica, que distingue perfectamente la diferencia entre un ciudadano común y otro que está encargado de cuidar, mantener y hacer florecer, incluso, el bien común.