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Mostrando las entradas de febrero, 2014

Sobre la corrupción y el paralogismo político,que obliga a obedecer

Este paralogismo, entre la obediencia y la corrupción sistémica, obliga a los políticos, cuando no manejan con claridad, libertad y virtud, la política; haciéndolos caer en falsas apreciaciones. Según la TGC, toda política es arte y ciencia, cuya praxis nos obliga a entender y conocer. La costumbre en los países subdesarrollados de Latinoamérica, ha sido pretender hacer obras majestuosas, sin importar un estudio serio, sobre las consecuencias que implica, tal o cual proyecto; con esto seguimos heredando deudas, cuyo pago empobrece rotundamente a la gente, en toda la geografía nacional, sin lograr solución alguna a favor de los aborígenes y campesinos.

Sobre la corrupción y la legitimidad

Lo que sostiene a todo poder, en la corrupción sistémica, es el carácter de autenticidad; en cuanto a la legitimidad de los hechos, actos o prácticas corruptas, a favor de los administradores públicos. Según la TGC, el poder, naturalmente corrupto, necesita de una democracia verdadera ante el pueblo.

La corrupción en la Región latinoamericana

Si afirmamos que el denominador común en toda Latinoamérica, es la corrupción sistémica: En perjuicio constante de la ecología, sin dudas. Según la TGC, el poder, sin una política clara conduce a la ignorancia en la ocultación. La costumbre de los dobles discursos, de la gran politiquería, cada día, queda en mayor evidencia, a nivel Mercosur.

Estado, servicios y corrupción sistémica

Informados por la prensa, el pueblo sabe que las instituciones que prestan los servicios públicos, no han pagado, durante años, por la provisión de agua, luz ni teléfono. Según la TGC, la “ignorancia en la ocultación del poder, sostiene la estructura de la corrupción sistémica”. Aquí se está aplicando, con mucha precisión, el principio antijurídico de “ la Ley no se aplica para los que mandan” . Éstos pueden desviar, libremente, los fondos asignados en el presupuesto.

Los "menos peores" y la corrupción sistémica

En una sociedad farisaica; sin doctrina; donde el pueblo fue maltratado, a nombre de una democracia bananera, lo único que puede esperarse, como resultado, es la primacía de los “menos peores”. Es lo justo para la corrupción sistémica. La teoría general de la corrupción (TGC), establece que: Sin la disminución de los niveles de ignorancia, en la ocultación de los sistemas de poder; tampoco puede bajar la corrupción.

La corrupción, a costa del pueblo.

Nada facilita más la comprensión de una doctrina, como la abundancia de materiales y ejemplos gráficos; existentes en los hechos, actos y prácticas de la corrupción sistémica, a costa del pueblo y de sus problemas diarios. Según la TGC, la “gran corrupción o sistémica”, se da principalmente a través de una “ley”. El despertar del país, a través de la democracia; con libertad de acción e ideas, van levantando la verdad de la “doctrina curacionista”, que ubica a la gran corrupción como el problema central de la política y la economía. Devolviendo al derecho, su función rectificadora, curativa, por medio de la justicia y la buena interpretación.

Sobre la corrupción y los intereses nacionales(2)

De tanto en tanto, un parroquiano del Bañado Sur me decía, en tono de segunda: “La historia nos permite recordar y comparar; entre lo que fue un primer mandatario del ayer, y uno que actualmente ejerce la jefatura de la República…” A esto le contesté, “que los intereses nacionales, siempre están  primero; se debe tratar de hacer comprender a la generalidad del pueblo, sobre su defensa, ante los embates diarios de la corrupción sistémica”. El “Doctor Francia”, tuvo como visitante, en cierta ocasión, al abuelo del luego célebre “Correia da Cámara”. Por tan ilustre visita, el Dictador, mandó preparar una velada típica.

Sobre la corrupción y el fanatismo

La idiotización de la política, a través del fanatismo; sin conocimiento, resulta el mejor caldo de cultivo, para la ignorancia en la corrupción sistémica. Según la TGC, todo Estado gobernado por un poder constitucional, tiene siempre su contrapartida de “ignorancia”, entendida ésta, como un elemento jurídico de análisis y descripción de la realidad social.

La corrupción y sus camuflajes

El horizonte de la desigualdad entre los países, convierte a la civilización en un camuflaje; que no permite a sus habitantes saber su realidad, por la ocultación impuesta, a fuerza de la corrupción sistémica. Según la TGC, sin doctrina es difícil mantener unidos, los intereses en bien de todos.

Sobre la corrupción y el interés nacional

Esta sombra de corrupción, debería ser el único interés nacional; por la magnitud de los daños causados a una nación como la nuestra. Según la TGC, sin la unión de todo el pueblo, para conocer, entender y enseñar, este principio de ciencia; poco o nada puede hacerse en materia política, para mejorar la lucha anticorrupción y lograr el desarrollo del país. Porque este estudio, es materia obligada, para cualquier sociedad civilizada.

La doctrina política curacionista

  El “Contrato social” ha servido para establecer pautas de comportamiento y representación democrática. Hoy, cambia su utilidad: Debe ser un instrumento para reparar los daños recientes y prevenir, los que puedan producirse en un futuro. En su mayoría, causados, por la corrupción sistémica, instrumentada en el poder.

Sobre el dinero y la nueva doctrina curacionista

En las fauces de un filósofo No puede haber cosa más descarriada, en el siglo 21, que hacer filosofía. Sin embargo, creo que de los aciertos o desaciertos, todos se beneficiarán. Como en todo. Lo que se ventila hoy, es la gratuidad, el donativo, mejor aún, si es de un intelectual, que por el mismo razonamiento, es el único ser en la tierra, que por el avance de la técnica, no merece vivir de su trabajo. Que, resulta no ser trabajo, sino más bien hobbie, o pérdida de tiempo. Una contradicción total.

Sobre la corrupción y las ciencias sociales

La mayor ignorancia, es desconocer la realidad de uno mismo, viviendo en la nebulosa ante una ciencia: camino de verdad y progreso, ya sea ésta, social o exacta. Según la TGC, nada resulta peor, en la vida de las civilizaciones, como la ignorancia: elemento de la corrupción sistémica. La democracia participativa, en nuestro país, nos permite, por primera vez, comprobar este principio de ciencia hasta el momento, por medio de la publicación en la red de redes; por la incapacidad política, de que sea reconocida a nivel nacional. Lo contrario, ocurre en el ámbito internacional, donde con un posicionamiento silencioso, va logrando convertirse en una herramienta de análisis a nivel mundial.

Corrupción y licitación internacional

Indudablemente, los incautos creen aún, que la corrupción desaparecerá si un Estado soberano llama a una licitación internacional, para cubrir cualquier necesidad pública, de modo a contratar, con empresas nacionales o extranjeras. Se piensa tal vez, que el único proceso jurídico posible, en el ámbito de la administración oficial, es el del “pregón”; de los pliegos “técnicos” o el de la publicidad de los corredores mediáticos.

La corrupción y la verdad

Si el intendente afirma, “el Mercado “4”, está manejado por una rosca mafiosa”; es lo mismo que decir que su administración, ha caído en manos de la corrupción sistémica. Ya que la estructura del poder, sostiene a todo acto, hecho o práctica de la corrupción en la función pública. Según la TGC, sin una estructura de poder, la corrupción no puede sostener a una “rosca”. La costumbre de instruir, sin saber la verdad, han convertido a los actores políticos, en la presa favorita de la corrupción en sistema. Ante una sociedad, a la que representan; pensando adivinar la verdad; sin molestarse en descubrirla, para que, de ese modo, pueda buscar la justicia.

La corrupción sistémica en el IPS

Esta institución tan grande, nos permite hoy demostrar, la vigencia de la corrupción sistémica, desde el punto de vista, de la investigación científica jurídica; así como, la necesidad de una doctrina política renovadora. Se hizo posible al presentar, la nueva administración, una denuncia formal, por la defraudación en las compras de medicamentos y afines. Según la TGC, para que exista corrupción sistémica, la estructura del Estado debe ser permeable a sus actos, hechos y prácticas; concatenadas para el logro de los objetivos económicos sectarios, disfrazados de solución administrativa.

La corrupción en los mercados

Me decía un parroquiano del Bañado sur: “Ahora la gente ve la gran corrupción, en los mercados; y su explotación a favor de los que mandan. Sin ser capaz de cuidar, mínimamente, a favor del bien común”. A esto le contesté: “¿No le parece un poco exagerado? Pedir tanto a las autoridades de un municipio capitalino, ¿a los funcionarios públicos en general?” —“Claro que no, en absoluto. Ellos, cuando querían nuestros votos, han prometido mejorar el mercado; para evitar cualquier daño, ya sea material o humano. Y, lo que obtuvimos fue, un mercado cuatro, totalmente desprotegido, tanto en sus instalaciones como de los miles de trabajadores que viven, día a día, de lo que generan en el mismo”.

El reconocimiento de la corrupción

Sigue la “buena senda” gubernamental y regional, de no admitir que la corrupción sistémica es el problema central de un país; y, por lo tanto, merecedora, de ser objeto de estudio y práctica de toda política verdadera. En Paraguay, veinticinco años después de la “caída”, los capos de aquel régimen, reconocen al flagelo como la causa central de la caída, así como de la continuación del mismo sistema, en el poder de la República.

La corrupción: una lucha por los recursos

En nuestro país existe una fuerte corriente, que considera a la política, como separada de toda cuestión de poder. Esa tendencia, lo único que busca, es excluir a los políticos, devenidos en administradores públicos, de su responsabilidad en la corrupción sistémica. Convirtiendo al puesto público, como un “trabajo profesional”, donde el objetivo es conseguir recursos para la subsistencia y buen pasar del político; no para el bien común, ni para el mejor sostenimiento financiero de la entidad administrada. Según la TGC, si corrupción es igual a poder sobre ignorancia , fórmula aplicable a cualquier civilización; entonces, toda actividad pública, donde se tomen decisiones coercitivas de poder, está sujeta a este principio. Esta confusión, se sigue dando en la gente, sin embargo, por la escasa difusión que se le presta, al elemento ignorancia.

La corrupción y las encuestas

Cuesta creer, la dura realidad; de que un instrumento investigativo, cuasi estadístico; creador de opinión pública, tan eficiente para algunas disciplinas científicas, como lo son las encuestas de ciudadanas; sin embargo, no pueda revelar la verdad, sobre los índices de corrupción sistémica. Según la TGC, toda encuesta es subjetiva y la corrupción sistémica, por el contrario, es un hecho objetivo, que trabaja en la ocultación de los sistemas de poder.

La corrupción y los sectores populares

En algo estamos de acuerdo todos los paraguayos: Con la llegada de la democracia, también se democratizó la corrupción sistémica. Y los sectores populares comienzan a buscar, la razón de ser de esta realidad paraguaya; después de 25 años de un golpe, medio deseado por los propios gobernantes de entonces, imposibilitados para poner freno a la galopante corrupción en un Estado. Según la TGC, solo la enseñanza de un principio de ciencia, como lo es el estudio de la corrupción, puede permitir bajar la ignorancia, y, con ella, también el flagelo en general.

¿Qué es curacionismo?

Del Movimiento: El “curacionismo” es una corriente de pensamiento político; que surge de un estudio de filosofía del derecho: la Teoría General de la Corrupción (TGC) , desarrollada por primera vez, a nivel mundial, por el abogado Francisco Blanco León , cuya síntesis fue publicada, por la editorial Podher, en el libro “La curación social: Hacia nuevos métodos anticorrupción”. Intitulado del cual deriva la denominación, igualmente utilizada, de “doctrina de la curación social o simplemente “curacionismo”.

La corrupción y la familia paraguaya

Muchos opinan “que la democracia no hizo desaparecer la corrupción sistémica en la familia paraguaya”; al contrario, según los totalitaristas aprendices de dictador, ha empeorado la vida nacional. Según la TGC, la democracia verdadera es el único camino, para ir bajando paulatinamente los niveles, de este flagelo de escala mundial.

Corrupción y auditoría interna

Aquí, en nuestro país, los informes de auditoría interna, resultan figuras decorativas; al servicio de la “dirección” y puesta totalmente a proyectar, ejecutar y proteger la corrupción sistémica; en todas las instituciones de este Estado social y democrático. Según la TGC, los controles internos, normalmente caen en los diversos grados de ignorancia (elemento básico de todo sistema); por la ocultación del poder, al descuidar la promoción.