De
tanto en tanto, un parroquiano del Bañado Sur me decía, en tono de segunda: “La historia nos permite recordar y
comparar; entre lo que fue un primer mandatario del ayer, y uno que actualmente
ejerce la jefatura de la República…”
A
esto le contesté, “que los intereses nacionales, siempre están primero; se debe tratar de hacer comprender a
la generalidad del pueblo, sobre su defensa, ante los embates diarios de la
corrupción sistémica”.
El
“Doctor Francia”, tuvo como
visitante, en cierta ocasión, al abuelo del luego célebre “Correia da Cámara”. Por tan ilustre visita, el Dictador, mandó
preparar una velada típica.
Durante la misma, al señor, huésped, le comenzó a
interesar una de las bailarinas. Por tal motivo, le preguntó al Perpetuo, si
podía pasar con la misma a su aposento.
El
gran “Karaí Guasú”, al instante le
contestó, que “él no era caficho, para vender a su propia conciudadana. Que
correspondía a “vuestra merced” conquistarla; ante eso, no habría oposición
suya.
Según
la “Teoría General de la Corrupción” (TGC),
la interpretación corresponde al tercer grado de la ignorancia. Por eso, es muy
utilizada en la estructura del poder.
Nuestra
democracia fue condimentada, recientemente, con una muy poco feliz y desatinada
expresión, donde se pide el “uso y abuso
del Paraguay”. Una expresión cruda, que representa y ha representado, la
historia de gobiernos contaminados por la corrupción sistémica. Que, desde la Guerra Grande, vienen constituyéndose en
simples, capataces, capangas, ordenanzas y cafichos, que rifan al mejor postor
los bienes y los trabajadores de nuestra patria. Esa fue la manera como siempre
se ha ganado posicionamiento político, en la politiquería: empeñando las
riquezas y la moral del país.
Por
algo, no resulta ser un artilugio jurídico, sino una plena sabiduría legal, las
incompatibilidades expresas y taxativas que establece la Constitución Nacional,
para el ejercicio de cualquier cargo público electivo. Con mayor razón, la de
la primera Magistratura; sitio en el que naturalmente, los intereses
particulares, “consolidados en el mundo empresarial y comercial”, chocarán,
inexorablemente, cual meteoros en el espacio, con los intereses del Estado;
tratando de evitar su desintegración mutua.
La
historia patria, nos relata detallados recuerdos de personas, que han
confundido la extensión del país, con la de su peculio material propio. Y que,
hasta hoy, lo siguen haciendo, al amparo de la corrupción sistémica. Esto es lo
que maneja como “gran estrategia”, la diplomacia de nuestros socios mercosurianos, para seguir expoliándonos
en las hidroeléctricas.
La
libertad, de ideas y de expresión, permite al pueblo en general, conocer,
entender y enseñar sobre la realidad nacional por medio de la propia bocaza de
los administradores del poder de turno, criados bajo las pompas y circunstancias,
del poder omnímodo y del silencio entorpecedor.
Tampoco
faltan los lacayos, politiqueros y oportunistas, que tratan de justificar, las
graves faltas cometidas contra el pueblo y los intereses nacionales.
Nuestro
país fue la Primera República de Sudamérica; además de ser, una de las primeras
naciones que se opuso a la esclavitud y a la trata de personas, con fines de
esclavitud.
Hay
tanta verdad, en lo dicho por este parroquiano en el Bañado Sur, así como en el
desliz de nuestro presidente.
Pero,
es gracias al Estado de derecho, vigente, que pudimos acceder a lo “dicho y
tratado” en esas reuniones, de carácter gravitante para los destinos del país.
Es gracias a la democracia, que se pueden identificar a los promotores de estas
“reuniones internacionales”. Pese a que, quien sabe porqué, la prensa paraguaya
no fue invitada. Tal vez, porque no se iba a hablar ni en castellano ni en
guaraní, nuestros idiomas oficiales.
Pero
la prensa ya no tiene fronteras, su misión es informar la verdad. Mientras, la
corrupción sistémica sigue su acción de recaudar a como dé lugar; sin importarle
raza, religión o ideología; mucho menos, preocuparse por los intereses
nacionales.
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