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Mostrando las entradas con la etiqueta Estado de Derecho

Una interpretación y el curacionismo

  Una parroquiana de Asunción me dice: ¿Que los políticos apresen a una luchadora contra la corrupción en el país y dejen libres a los desfalcadores? Según la TGC el poder es necesario, pero con respeto al Estado de derecho social. Aquí se plantea la disyuntiva, de la falta de respeto de una norma, de parte de la luchadora social en tiempo de pandemia, por un lado; pero al mismo tiempo, la encausada, ciudadana indignada, relaciona y pregunta porqué algunos indiciados y señalados por actos, hechos y prácticas de la corrupción salen tan rápidamente. Se mofan con la plata  del país como funcionarios y la justicia les favorece –insistió ofuscada la señora. En primer lugar, debes tener en cuenta que somos pocos, un país chico y donde nos conocemos todos; y los amigos, compueblanos y correligionarios hacen la justicia, rifando y burlándose de aquellos que piensan bajar la ignorancia, como es el caso de la luchadora social. Pero el gobierno dijo que “ caiga quien caiga ” y ahora

Alerta social y curacionismo

Una parroquiana de Asunción me dice: “Tomar las instituciones civilmente es democracia”. Según la TGC, todo poder está dividido por la ignorancia en acción. Aquí surge la pregunta ¿hasta dónde puede un particular manifestarse, ya sea por su necesidad o la falta de cumplimiento de los funcionarios superiores o autoridades? Si estos últimos utilizan el poder o la representación democrática para beneficiar a cualquier allegado, amigo o pariente, mediante la cosa pública cuya guarda le fue encomendada, ¿Tienen derecho pleno los ciudadanos de rebelarse ante autoridades de éste nivel de insensatez e ignorancia del estado constitucional? Ante esta irrefutable realidad de actos, hechos o prácticas cometidas a través de los poderes, la ciudadanía busca y hace uso de cualquier sistema que le permita contrarrestar, a veces de manera más o menos salvaje, los abusos del poder político y de su colindante, el poder económico. Lo lastimero es que tales reacciones, convulsiones socia

La corrupción y el monismo

Unificación impostergable Un parroquiano de Pilar, preocupado, afirmaba: “Estoy de acuerdo con el monismo , ante la corrupción sistémica en el manejo público”. Según la TGC , la ignorancia, al tener grados clarifica los objetivos. Este principio de ciencia da la posibilidad en la vigencia de una democracia de verdad, de acción y de pensamiento, desentrañar los elementos de la corrupción sistémica y su importancia, para el buen uso de los bienes públicos. El planteamiento de “monismos ”, podría acabar con la disfuncionalidad discrecional, creada en el uso de los poderes, entregando abusivamente remuneraciones , que escapan a las posibilidades reales de la economía nacional, pero que se impusieron como caballito de la corrupción sistematizada. Igualdad constitucional “Al ser una institución de orden público , tanto en sus normas como en sus funciones, todos son iguales, me parece”, insistía el ciudadano del Sur. Aquí el poder y la función pública , siempre fueron un

La legalidad aparente en la corrupción

¿Contrasentido o conveniencia? Un parroquiano de Ciudad del Este afirmaba: “Tal parece que la legalidad , termina sosteniendo a la corrupción sistémica...” Esto que parece una contradicción, en realidad no lo es. Según la TGC , la ignorancia en movimiento , tiene grados ; los cuales pueden ser usados repetidamente por los poderes . Todo sistema cuyos principios aceptan y respetan el Estado de derecho , en una democracia, además de la legalidad, debe adoptar la legitimidad de las actuaciones. Y, ¿en qué consiste la legitimidad ? Es la toma de decisiones , basados únicamente en lo que la Constitución y las leyes permiten, sin atribuciones extendidas , por causa de necesidad u otras excusas , que terminan dándole un cierto ropaje legal , al desvío descarado de fondos públicos. Relaciones Cuando se utiliza el tercer grado de ignorancia , interpretativa, se suele pretender adaptar las disposiciones de la Carta Magna , a los supuestos intereses de la mayoría , que en

La corrupción y las bases

Un ciudadano de Alberdi repetía: “La diferencia entre los desarrollados y los subdesarrollados, está en la corrupción sistémica, que en éstos últimos, hace la ley”. Según la TGC, todo poder es corrupto si no baja la ignorancia en su pueblo; porque aquella entraña obscuridad y mal gobierno. El tener como base a cualquier sistema político, trae aparejado responsabilidad de cuidar la justicia, haciendo respetar el Estado de derecho a favor del bien de todos; pero, al confundir ese fin, simulando, con el solo afán de solucionar sus problemas personales o los de su grupo, desaparecen la claridad, la libertad y la virtud del panorama político.

La corrupción y el Estado de derecho

Me decía un alberdeño: —“Parece un contrasentido hablar de la corrupción y del Estado de derecho en cualquier país del mundo, cuyos habitantes están obligados a convivir políticamente con la corrupción sistémica”. Según la TGC, el poder, naturalmente corrupto, en una democracia de verdad, debe buscar la justicia disminuyendo la ignorancia y la ocultación, en el accionar del Estado. Si bien es cierto, que nuestros ciudadanos, al ser preguntados, admiten que la corrupción es dueña absoluta, de los manejos de la administración pública; confunden hasta la fecha, los dos tipos de corrupción. A eso se llega por la ignorancia en la ocultación, impuesta desde los tres poderes.

La corrupción y los habitantes de una República

Bajo una sombra de injusticia, la gente dice y habla sobre los temas nacionales, ávidos de entender y tratando de lograr mejorar la política, para disminuir la corrupción sistémica, que ya tanto ha perjudicado histórica y socialmente a nuestro pueblo. Según la TGC, un poder corrupto puede aparentar ser eficiente y muy próspero, para algunos beneficiarios directos. Esto es así porque, indudablemente, se ha comprobado científicamente, en nuestro país, que la corrupción utiliza la estructura de todo poder, sin importar ningún principio, más que el de recaudar bajo el manto, de la aparente legalidad. Así es en el mundo entero; sin distinción. Por ello, resulta dificultoso separar la ética subjetiva, de la realidad objetiva de los hechos de corrupción acaecidos.

La corrupción y el pueblo

“La vida actual, ha cambiado para la población” —me decía un altoparanaense . “Hoy el pueblo está a merced de la corrupción” . Según la TGC, si el poder, corrupto por naturaleza, no baja la ignorancia en la ocultación, resultará siempre injusto. Tal vez siempre fue así la vida, en todo el Paraguay. Lo cierto es, que al suceder  un hecho, acto o práctica de corrupción sistémica, hoy se puede visualizar objetivamente la situación. Desprotegido el pueblo, casi nunca armado y entrenado, para enfrentar, al estilo americano, este sistema gansteril de la época de los años cincuenta. Como sí ocurrió en otros continentes.

La corrupción y la libertad de expresión

No existe un condimento más necesario y utilizado, en una democracia verdadera, que la libre expresión; pero, que en contrapartida, es muy perseguida, para que no dañe los intereses de la corrupción sistémica en todo poder público. Según la TGC, todo poder tiene a su favor interpretar la Ley. Es su prerrogativa. Conocida en el vox populi “ el que manda hace y aplica la ley ”, cerrando incluso la posibilidad de exigir la buena interpretación. Este sistema, llamado en toda Latinoamérica “democracia bananera”, sostenida generalmente con gobiernos de facto, contiene una gran propaganda de “libertad”. Sin embargo, en la práctica política, el Estado de derecho sufre grandes grietas. En casi todos los Estados de América, el principio de libertad de expresión y de idea, se constituye en catecismo; sustentados en la Carta Magna, para tratar de salvaguardar la buena interpretación, que no permite caer en la corrupción sistémica.

La corrupción y los "copiatinis"

La juventud, muchas veces, nos hace cometer errores, que son muy bien aprovechados por la corrupción sistémica. Según la TGC, todo poder, al no corregir, desde un primer momento la ignorancia, termina siendo tragado por la corrupción sistémica. Este flagelo social, tal vez sea el obstáculo más difícil de sortear, para cualquier político en el mundo. Que, como lo hemos explicado, se manifiesta de dos formas: una grande y otra pequeña. Hoy y siempre, desde el albor de la civilización, se ha imposibilitado su eliminación, por resultar indispensable, para lograr el progreso de la humanidad.