Un ciudadano de Alberdi repetía: “La diferencia entre los desarrollados y los subdesarrollados, está en
la corrupción sistémica, que en éstos últimos, hace la ley”.
Según la TGC, todo poder es corrupto si no baja la
ignorancia en su pueblo; porque aquella entraña obscuridad y mal gobierno.
El tener como base a cualquier sistema político, trae
aparejado responsabilidad de cuidar la justicia, haciendo respetar el Estado de
derecho a favor del bien de todos; pero, al confundir ese fin, simulando, con
el solo afán de solucionar sus problemas personales o los de su grupo,
desaparecen la claridad, la libertad y la virtud del panorama político.
Esta idea de los llamados “políticos de construcción”
constante en los países subdesarrollados, hace bingo directo, con el dinero
público; diciendo que hay plata para todos, sumando promesa tras promesa, sin fundamento; total, los amigos pueden
cambiar las bases, según convenga a sus intereses temporales.
Una democracia manejada de acuerdo a este patrón, de
expectativa económica constante, aniquila a la juventud y las buenas acciones
políticas, única fuente de progreso real en los países pobres.
“Hay mucha necesidad por
aquí y el agua que no baja. Por lo menos, hoy tenemos certeza, de cómo nace la
corrupción sistémica y los poderes; pero nadie se anima a tomar la correcta
solución a la cuestión social”—insistía el parroquiano del sur.
Cada día surgen nuevas bases y planeamientos, a costa de los
contribuyentes; asesorías, fiscalizaciones, intereses de préstamos, para que al
final solo tengamos fachadas inconclusas y fondos mal usados tipo “FONACIDE”,
con escasa o nula posibilidad de recuperarlos.
Así es como los “futuros” han mostrado capacidad de repetir
la idea y volver a la arena política, a falta de demócratas capaces, con bases
limpias al servicio del “hombre libre” en todo el país, sin ignorancia en la
ocultación, como la que hoy prevalece.