Un parroquiano de Alberdi me decía: —“La corrupción debe formar parte del programa de estudio, en la
formación de los niños y jóvenes del país, para poder bajarla realmente”.
Recién al contar con una Teoría General sobre la materia,
puede sistematizarse el estudio, en los diferentes niveles educativos.
Mucho se ha escrito sobre el tema, pero nunca una teoría general de la corrupción, que
abre el camino para ser considerada una ciencia. Esto es necesario porque la
sucesión repetitiva de actos, hechos o prácticas de corrupción, tiene
resultados o consecuencias perjudiciales para la sociedad, nacional o
internacional, dentro de cualquier sistema político. Entonces, al ser universal
y no local, requiere de un estudio sistémico completo, de principio a fin:
transversal a las demás ciencias sociales.
“Al mismo tiempo se
deben saber las clases de corrupción y su implicancia, tanto en lo personal
como en lo sistémico; para hablar con propiedad. Caso contrario, las
expresiones en la comunicación sobre el tema, sonarán como desfasadas e
ignorantes”—agregaba el ciudadano de Ñe’embucu.
A esto podríamos agregar el manejo de conceptos, en el tema
particular corrupción sistémica; cuya
implicancia es grave en el progreso de las naciones, causando daño si un
gobierno no trata de bajarla, por medio del conocimiento y pericia adecuados.
“Si mi formación me
permite, por medio del conocimiento de esta “nueva ciencia”, participar mejor y
exigir en democracia, al servicio de la sociedad, es hora de difundirlo para
que todos sepan”—afirmaba el alberdeño.
Lo más importante será justamente lo transversal de este
conocimiento, porque incluye a todas las profesiones y ciencias. Esta verdad,
nos obliga a seguir demostrando, la fórmula capaz de bajar la corrupción.
El conocimiento intelectual, al ser enseñado, se constituye
en ciencia, única forma de experimentar y aprender con claridad, libertad y virtud: camino trazado al servicio de la
democracia de acción y pensamiento, capaz de ir bajando paulatinamente esta
sombra del mundo, amparada por el poder y la ignorancia; hoy, posibles de curar
gracias a el establecimiento de la primera Teoría General de la Corrupción a
nivel mundial. Y lo producimos en Paraguay.