“A esta altura los más
sensibles de la sociedad, sostienen al país, manejado por la corrupción
sistémica, en nombre de la democracia”—razonaba un bañadense.
Según la TGC, el poder, naturalmente corrupto, debe bajar
los niveles de corrupción sistémica, de modo a evitar su propia
insostenibilidad.
Al pretender separar acción política del cumplimiento de la
ley; pasar por encima de los principios de un Estado de derecho: se está
quebrando la propia fundamentación republicana y democrática.
Aquí en el país y tal vez en América Latina, olvidan que el
derecho debe primar sobre la intencionalidad de toda acción política; la cual,
generalmente está motivada en un interés personal, pero con cierto ropaje
social o económico. Así es como se perjudica a la parte más sensible del país,
a su gente; provocando la necesidad colectiva y social.
Todos los que viven el día a día, esperando la benevolencia
de sus plantíos o soñando salir de su estado de necesidad, a través de las
cooperativas, están más golpeados que nunca.
“Cada día, aumenta la
estrechez para conseguir créditos, siempre cargados de impuestos y usura. Nos
llenamos de promesas de los grandes progresos de portafolio”—repetía el
parroquiano del Bañado Sur.
La claridad, la libertad y la virtud, deben ser buscadas y
defendidas, a favor de un respeto de las leyes. Mientras exista la ignorancia
al servicio de unos pocos mandantes, cambiando según conveniencia, los
proyectos y su ejecución, tales como el “metrobus”, pretendiendo hacer pasar
gato por liebre, tan popular en nuestra nación.
Hoy públicamente conocemos, la triste realidad de los más
necesitados, sensibles y desprotegidos. Mientras, siguen siendo perdonados los
futboleros y seudo empresarios; que siguen libres, viviendo a expensas de los
campesinos y sus familias. Más menesterosos y harapientos mendigando en las
calles, con el agravante de que siguen sin ser reconocidos y respetados los
derecho étnicos de los pueblos originarios.