“Nuestra gente sigue
creyendo en la oferta de la corrupción sistémica, por sus cultivos”—me
decía un bañadense de Cateura.
Según la TGC, la ignorancia,
es el factor dinámico de la economía y el
derecho, que genera y mantiene las falsas expectativas en un sistema.
Esta expresión de contrariedad por la burbuja de las
ofertas, no solo se aplica a los campesinos en nuestro país; sino que se
extiende a todos los votantes, manejados a través de la compra de conciencia,
que es movida económicamente. Se descuida así la claridad, la libertad y la
virtud, por falta de civismo en los políticos, que son los encargados directos
de levantar la conciencia de los ciudadanos: para lograr la tan mentada joya,
de vivir bien a través de sus trabajos y esfuerzos.
También es cierto que en nuestro país estamos muy
acostumbrados a programar y esperar resultados, pero sin accionar
organizadamente. Esto también puede vislumbrarse en parte, por medio del
conflicto campesino.
Se colocan préstamos de incierta proyección, prometiendo la
abundancia en el mercado, pero, a la hora de conseguir resultados, el remanente
siempre es en rojo para los pequeños agricultores, que caen presa del juego de
precios: ley de oferta y demanda.
“Esta cultura
mentirosa en la política comercial, practicada “según la cara del cliente”,
golpea a los jóvenes y los pueblos
originarios, con mayor gravedad, por encontrarse desesperanzados para salir
adelante ante la realidad”—insistía el asunceno.
Estamos aprendiendo cuánto cuesta la entrega de los cinco
años, del país y sus recursos; pero seguimos esperando con fe, la solución
positiva de esta nueva pulseada de movilizaciones, en nombre de una sana
democracia; para curar definitivamente la politiquería mantenida con
ignorancia, al servicio de los acomodados.
Acomodados, que están en los cargos, con todos los
instrumentos necesarios para mantener y mejorar el bienestar de la población en
general, que hoy está más despierta que nunca en toda Latinoamérica, tratando
de librarse de sus cadenas, cuyas estrategias, llevan siempre la oferta de la
ignorancia.