A este
flagelo solo podrá disminuirse y comprenderlo, respetando las prescripciones
constitucionales, de un Estado de derecho, en democracia.
Esto es
así, según lo explica la TGC, porque todo poder nace de la corrupción y solo el
derecho puede equivalerlo, para al menos dar posibilidad de defensa civil al
pueblo.
La
costumbre de las democracias bananeras, ha hecho temblar a toda Latinoamérica,
al decir una cosa y hacer totalmente otra. Resguardando intereses personales o
comerciales, de los amigos, conocidos y correligionarios, en nombre de un
sistema; total, la política, sin la exigencia de preceptos constitucionales
vinculantes, es un simple festín, en manos de politiqueros: sin ética ni principios.
Así es como se sigue confundiendo a la gente, sobre el bien común, con
discursos y promesas vanas, que ocultan en la ignorancia, los intereses de unos
cuantos.
Algunas
instituciones públicas necesitan ser saneadas y re-encausadas, para bajar el
índice de hechos, actos y prácticas de corrupción sistémica. Que ha generado
este gran desastre ecológico, en todo el territorio nacional.
Una
democracia verdadera, capaz de respetar los principios constitucionales, solo
es posible gracias al ciudadano y la ayuda del cuarto poder: en la información.
La ‘maravilla’
de la lucha contra esta enfermedad social, llamada “corrupción sistémica”,
siempre se ha inyectado en todo gobierno; bajo cualquier signo o sistema político;
pero los resultados fueron siempre más corrupción, cayendo los perseguidores,
presos de sus perseguidos.
No es
posible salir de la pobreza, si no se disminuye este mal primario; ni hablar de
la inseguridad física y jurídica que ella genera, en el país.
Al
respetar los principios de la Carta Magna, estamos bajando la ignorancia en la
ocultación del poder; aumentará la justicia y la población tendrá más tranquilidad
a la hora de enfrentar cualquier indicio de corrupción en sus comunidades y en
el propio aparato estatal.
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