La
corrupción es fácilmente identificable ya que esta necesita de un sistema para
funcionar, y los sistemas tienen una forma mecánica de funcionar, al contrario
del fluido del derecho natural. Lo mecánico es detectable, si la ignorancia es
superada.
La
corrupción utiliza el principio de ignorancia por sistematicidad, de modo a
funcionar y hacer frente a la magnitud del fluido del derecho natural que es
permanente, no tiene forma y se encuentra en todos lados, no tiene concentración.
En cambio, la pancorrupción, tiene concentración en dos aspectos: la ignorancia
y el poder, y sobre ello reducen su acción, de modo a protegerse del aluvión
permanente del derecho natural y de la justicia.
Es
como una roca que va sedimentando por la acción del mar. Es decir, el fluido
del derecho natural, es el causante de la emergencia de la corrupción,
justamente. Por lo tanto, si en nuestro país aflora la corrupción como algo
aparentemente total, es porque la acción del derecho natural es más fuerte.
Entonces,
mientras la corrupción no es vista ni oída; ni percibida, es porque el derecho
natural, la conciencia de justicia, en realidad no aflora, para sedimentar y
desintegrar la roca construida, sobre el sistema de poder e ignorancia.
La
buena noticia para todos los países latinos es que nuestro futuro es
promisorio, sobre la verdad y la justicia. Ya que si la corrupción aflora y se
hace cada vez más evidente, es porque el sistema se está resquebrajando, pero
exige que los ciudadanos vayan superando sus niveles de ignorancia, no
aumentando sus conocimientos solamente, sino relacionando el objeto, el sujeto
y las normas, según los criterios espirituales, para llegar a una
interpretación avanzada de su rol como ciudadano.
Es
el principio de la justicia como cambio de polaridad permanente. Como una
visión que debe regir todas las políticas anticorrupción.
La
inversión y las clasificaciones de riesgo país se deberán invertir. Cambiar. Ya
que son los países con mayor corrupción, los más potables a futuro, ya que
tienen al menos un ápice todavía de conciencia sobre lo justo, que necesita ir
diluyendo a la corrupción. Por el contrario, aquellos países, aparentemente súper
desarrollados, por el tecnicismo y la funcionalidad de las personas, ya ni
siquiera identifican lo justo. Eso sumado al progreso del ateísmo y escepticismo
como doctrina de vida, lo cual obscurece toda acción humana, al no identificar
las dos fuerzas, perennes que rigen la sociedad, y los tres niveles de
ignorancia que son los que permiten el equilibrio o el desequilibrio.
Es
decir, los índices de corrupción son buenos, ya que marcan la descomposición de
las estructuras nefastas, y de las conductas que impiden la primacía del
derecho natural y de la justicia. Es una relación de inversión que debe ser
comprendida en su real dimensión, por los ciudadanos responsables que
verdaderamente quieren ejercer el poder como tales, dentro de la actividad que
realicen.
*Término aplicado exclusivamente y por primera vez, en la "Teoría General de la Corrupción", desarrollada por este autor.(2011)
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