El sistema de la
corrupción, compuesto por los dos elementos básicos, ignorancia y poder, no
requiere de una voluntad plena, o consentimiento expreso de las personas, para
que funcione como tal. Es decir, los eventuales agentes, solo necesitan del
vicio de la ignorancia, entendida como una negación, y no como un simple
desconocimiento, para que actúen dentro del sistema.
Por eso, mencionamos
que el vicio principal de la voluntad, en estos tiempos de la sociedad, es la
ignorancia. Pero una ignorancia que tiene tres grados, que se interrelacionan
según la actividad que realiza la persona, y las normas que rigen tal
actividad.
Sin embargo, al
advertir que en toda sociedad, existe un triángulo perfecto que tiene como
vértices a la corrupción, el poder y la ignorancia. Por lo cual, la corrupción,
ni mucho menos su sistematización debería de extrañarnos.
Lo que es importante
de esta parte del libro, es que encontraremos que la existencia y el devenir
humano, se basa en la lucha contra la ignorancia, de modo a poder actuar con ética
dentro de todos los esquemas sociales. Construyendo la paz, la justicia y el
derecho. Pero no es fácil. Se debe partir de un conocimiento meditado y
práctico de las cosas.
Saber el
funcionamiento de este sistema vicioso, que es el de la corrupción, ya indica
el primer eslabón para su combate efectivo.
Ningún mal puede ser
mitigado sin conocer sus síntomas, su desarrollo y sus consecuencias. Solo a
partir de su estudio, se pueden establecer estrategias adecuadas.
Lastimosamente, esta lógica científica, no siempre es aplicada en la dogmática
y pragmática social. A la hora de estudiarse lo humano, muchas veces el sentido
común, parecería que molesta. Es falta de realismo, o muchas veces, una
intencionalidad para la confusión.
Sea lo que sea, la
ignorancia, como vimos, no es buena para combatir la corrupción. Una lucha a
ciegas, otorga directa ventaja para los hacedores y sostenedores conscientes o
inconscientes del sistema.
De eso es lo que
trata este capítulo, entender la dinámica o movimiento de la corrupción, de
modo a identificar la función que como ciudadanos y como agentes de poder podríamos
llegar a desempeñar. A partir de una descripción objetiva, que nos permitirá
así mismo, determinar las etapas y los grados de corrupción.
Solo con una base
objetiva de demostración podremos establecer las estrategias o tan deseados
“nuevos métodos anticorrupción”, que ayuden a que la sociedad y los ciudadanos
se defiendan y se desempeñen con éxito en la lucha.
Comentarios
Publicar un comentario