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La corrupción y los insumos públicos

La responsabilidad del Estado, en cualquier sistema político: cuidar de los insumos públicos, para hacer respetar la ‘plata’ de los contribuyentes. Ante esta realidad, los actores son responsables por los daños y perjuicios de la corrupción sistémica, provocados durante su administración.

Según la TGC, si el poder no cumple lo establecido constitucionalmente, su administración es injusta. Porque todo poder envilece y es corrupto por naturaleza, teniendo a la ignorancia en la ocultación como sustento, el estudio objetivo de la realidad política, se hace imperioso.


La ocultación en las estructuras gubernamentales, causa estragos en tres aspectos: En la promulgación, en el cumplimiento y la interpretación de la ley; con el afán de beneficiarse a sí mismos o a sus allegados; conformando así un grupo de poder fáctico, pero con prerrogativas legales, auto asignadas; esto en razón de que, la corrupción, deviene inconstitucional, lo cual, hace ilegítimas y nulas tales acciones, desde la óptica estricta del derecho público. Esa correcta interpretación, tal vez lleve tiempo de aplicarse, pero, ya se cuentan con herramientas científicas y de filosofía del derecho, como lo son la TGC y la doctrina, para poder ir mejorando la democracia republicana.

La participación en nuestro sistema democrático, ha tenido avances comprometedores; que favorecen a la ciudadanía: al tener un cuarto poder, floreciente y capaz de ir enseñando pasivamente la verdad, principalmente en cuanto a la utilización y administración de los insumos, que conforman el patrimonio total del Estado. Tan manoseado hasta hoy, por el servilismo y la ignorancia, que repercute directamente en la educación nacional: vigente pero sin escalafón.

No es la política, como entidad general, la responsable de esta falencia educacional; sino los politiqueros, actores que usan a la misma para lograr sus intereses personales. América latina está plagada de esta costumbre, de la ‘ideología de la fuerza’; del ‘pacto social corrupto’, sin el menor respeto por la persona, en su dignidad e individualidad.

A diario estamos viendo los perjuicios causados, contra los insumos públicos: en compra de computadoras, adquisición innecesaria de tecnologías, pago sin cumplimiento. Es decir, la regla parecería, para los encargados de la administración, la irregularidad dentro del sistema de corrupción, intacto desde hace varios gobiernos.

Hoy están sentados, algunos que pasaron por ellos, en el banquillo de los acusados; uno que otro, es imputado, aceptando, hasta cierto punto su responsabilidad. Otros siguen con fueros. El dinero perdido, ¿cuándo se recuperará?

Es cierto, tal vez somos un país conformista; cuyos habitantes, no conocemos el potencial y la riqueza de su pueblo. Sin posibilidad de mejorar en lo más mínimo en la educación, para poder defender los sacrosantos derechos; exigir a los políticos y recuperar la salud pública, que solo puede ser lograda disminuyendo la influencia de la corrupción sistémica en el uso de los bienes públicos.


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