En
nuestro país, la idea de justificar la postergación del respeto a los derechos
de los trabajadores, siempre fue promovida por todos los gobiernos; hasta la
fecha, es la corrupción sistémica de los distintos poderes, la que dicta el
plan salarial en el país.
Según
la TGC, el poder, cuyo elemento es la ignorancia, por medio de su estructura,
es fácilmente permeable a la sucesión de hechos, actos y prácticas de
corrupción.
Esta
irregularidad en el plan salarial, nos demuestra de cuerpo entero, cómo se
manejan los derechos de los trabajadores en el país; por la poca organización
jurídica de los sindicalistas y el interés personal de ciertos dirigentes,
quienes entregan y apoyan falacias, por mantener un buen vivir para unos pocos,
a costa de los funcionarios en general.
El
poder adquisitivo, de los salarios, casi nunca alcanza en la realidad, así como
la famosa ‘seguridad social’, a favor de los trabajadores. A la hora de la
necesidad, los empleados y obreros son los únicos disponibles a la hora de
acompañar, los diversos tipos de ‘movilizaciones’ en todo el país. Pero esta
práctica tiránica, de ser bestias de tiro, al servicio de carros con rueda de
oro, debe ser corregida, definitivamente, en todo el país.
Son los
mismos trabajadores, quienes deben preocuparse y perder su tiempo, para buscar
formarse, en una democracia participativa y social; sostenida por un Estado de
derecho, capaz de armonizar los intereses comunes.
La
política del parloteo sofista, de los ministros, sin otro objetivo más que
acallar con pérdida de tiempo, las críticas de todos los sectores, ya no
resulta un buen libreto para un gobierno. Ni a la dirigencia ni a los
trabajadores les conviene, porque nunca se decide nada; siempre se hacen
proyectos, que al final de las reuniones, resultan en el olvido. En ese tren de
cosas, las auditorías y licitaciones, han terminado como entregas simuladas de
plata, para amigos del poder. Mientras el obrero, vive abandonado a su suerte,
peor que los recolectores de Cateura.
Si los
poderes no disminuyen la corrupción sistémica, ningún plan salarial tendrá efecto
reconfortante en el país, porque siempre, habrá llegado tarde y será
insuficiente para reparar los daños acumulados.
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