Para la
corrupción sistémica, no existe otro método de expresión: más que el derecho y
su fiel cumplimiento en la sociedad. De allí resulta la diferencia sustancial,
con la que denominamos “corrupción subjetiva” o contra ley, que atenta
directamente contra la disposición legal, a título individual o grupal.
Según
la TGC, esta corrupción se vale del poder y de su estructura; pero, un
gobierno, está constitucionalmente, obligado a disminuirla, pese a esta
simbiosis, aparentemente, indestructible; por medio, finalmente, del derecho
positivo y de principios.
Aquí
radica la importancia de la justicia, en la civilización; sin ella, no puede
haber progreso ni adelanto social alguno.
Un
poder fáctico, genera una percepción parcial: de que todo está armoniosamente
en orden. Pero, si investigamos, en el fondo del mismo, se encuentra la mayor
injusticia y vicio: movidos por la corrupción sistémica, que finalmente,
sostiene a la estructura de ese poder.
Paraguay
ha conocido, durante muchos años este sistema. Hasta que el vientecillo del
cambio de manos llegó, pasando el poder, a una democracia bananera, donde sus
retoños van prendiendo nuevamente en toda la geografía nacional.
Aún teniendo una Constitución, social de derecho, capaz de servir de guía a todos, en busca de la claridad, la libertad y la
virtud. La falta de conocimiento de la política, por carencia de doctrina, en
manos de avivados personajes, creadores de la politiquería, sigue envileciendo
y empobreciendo a la nación entera. Pagando, con el más caro desprecio, nuestros
hermanos indígenas y los niños del país, a quienes se les niega todo medio y
posibilidad de crecer, para salir adelante. Muchas veces por desidia, de los
propios mandatarios de turno.
A este
trampolín de causa y efecto, que tiene toda corrupción sistémica, debemos
sumarle el descuido en el respeto a la ecología y el hasta hoy, retrasado pago,
de nuestros ‘vecinos demócratas’, del precio justo como condóminos en las
hidroeléctricas.
La
buena vecindad y el respeto a los derechos, debe ser la única brújula de la
política exterior. No más convites de piedra; para callar los perjuicios
causados a través de la hábil nata corrupta; pero efectiva sangría en contra de
la economía nacional. Que se pone en práctica
en la subcontratación, cada vez que se ganan las licitaciones
internacionales, en la colocación de bonos o en las concesiones de servicios
públicos.
Ese es
el escaparate de la ignorancia y la corrupción sistémicas, usado como método de
expresión, en los países subdesarrollados de Latinoamérica.
Comentarios
Publicar un comentario