Hoy el
Paraguay festeja su independencia nacional, de la cadena europea; pero sigue
atado a la de sus vecinos y a la corrupción sistémica latinoamericana.
Según
la TGC, la corrupción solo puede bajar, si es tratada como una ciencia,
comprendiendo sus sistemas. Eso es lo que exige una democracia participativa y
social, digna de aplaudir, al gobierno; eso lo vivimos hoy en Paraguay, como
nunca jamás fue visto. Todas las libertades son respetadas y vitoreadas, en
todo el país; la gente se manifiesta libremente, se expresa según su saber y
entender. El Estado de derecho, lo garantiza. Esto lleva a reconocer
públicamente, la necesidad de incluir el estudio de esta ‘ciencia de la
corrupción’. A fin de comenzar a practicar la claridad, la libertad y la
virtud, superando paulatinamente, los vicios de este flagelo nacional.
Solo
así podrán iniciarse nuevos métodos de lucha, basados en la ciencia social.
Hemos superado a la necesidad y vencido al marketing, al presentar esta Teoría
General, primera en el mundo, capaz de mejorar muchas otras disciplinas del
conocimiento humano. Porque es un estudio transversal, que incide en todos los
acontecimientos mundiales, principalmente, los referidos a la política.
La mera
argumentación, desde el propio poder, subsumida por la ignorancia en la ocultación
del mismo, hace nacer la injusticia: equivalente a corrupción sistémica, tan
perjudicial para toda civilización humana, a lo largo de siglos.
Según esta
nueva rama del derecho (TGC), ningún gobierno que la desconozca puede
defenderse de este sistema previo, insertado en las estructuras; que no
discrimina raza, ideología o nación.
La ‘ideología
de la fuerza’, para doblegar, dominar y explotar con el engaño, puede ser su
aliada; pero solo hasta que los ciudadanos, lleguen a comprender y razonar
sobre el bien común, al servicio de la humanidad.
En este
día tan grande para todos nosotros, los paraguayos, seguimos trabajando
confiados, en colaborar para mejorar cada día más, la democracia republicana,
de la cual somos pioneros en la Región. Pero, para elevar nuestro progreso
cultural y social, se debe impulsar a la categoría de ciencia, el estudio de la
corrupción sistémica, como objeto central de la política, el poder y el
derecho. Como bien lo hemos establecido, desde nuestro primer palpitar como
nación libre y soberana, con una convicción de justicia y paz, inquebrantables.
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