Nosotros
los paraguayos estamos muy acostumbrados, a no pensar en presupuesto: ni a
respetarlo, si es que lo tenemos, en su ejecución, a favor de las
instituciones.
Según
la TGC, ‘la ignorancia’ en la obscuridad del poder lleva implícita: el vicio y
la injusticia. Al tener esta realidad, en el vivir, nos parecen muy
inteligentes algunos politiqueros, deseosos de ser protagonistas ante el
pueblo: solo para seguir usufructuando con facilidad su banca y sus
privilegios, en las distintas reparticiones estatales.
Otros consideran
sus cargos, como un medio para beneficiar a sus seguidores, a la hora de la
utilización de los fondos, demostrando de esa forma, el gran poder de la
corrupción sistémica en el país, ante una ciudadanía atrapada, por la necesidad
y la ignorancia, sin aparente posibilidad de salir del flagelo.
Buena
falta hace tratar de convencer a la gente, con algún carguito y decir que la
plata no saldrá de las arcas del Estado; pero que si se investiga, se encuentra
desfalcos en las distintas entidades, por parte de los supuestos ‘recaudadores’
públicos. Probando que la idea, justifica sus intereses personales, ante el
pueblo, para seguir en la politiquería, sin respetar prepuesto alguno, con tal
de vitorear.
La
corrupción sistémica resulta difícil descubrirla, mucho más, penalizarla, en el
ámbito de la justicia nacional. La constante son los hechos, actos y prácticas
de corrupción, hasta para aprovecharse de los desastres ecológicos y naturales.
Un
poblador del ‘Bañado’, me decía “da
calambre nunca saber si se va a solucionar la inseguridad reinante en la
República, que imposibilita a la gente común realizar sus labores normalmente”
Nuestra
democracia nos permite exigir el cumplimiento a las instituciones, en el marco
de un Estado de derecho: la ejecución presupuestaria tanto en la edificación de
las casas ‘económicas’, así como los contratos establecidos con el Estado, sin
ignorancia y corrupción.
Comentarios
Publicar un comentario