Un
parroquiano del Bañado Sur, me decía recientemente: “Si por los colores
mejoraría la vida en sociedad, este Bañado sería una maravilla”. Pude entender
que se refería al cromatismo político.
Según
la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, puede instalarse fácilmente
en toda burocracia. Una estructura dura y estática, para las innumerables
necesidades sociales, dinámicas y cambiantes.
Afortunadamente
la gente está comenzando a comprender, que los colores del uniforme no pueden
llevar mejoría, si los que lo visten, no están respetando a la institución a la
cual representan, en la vida pública.
Este mismo
problema surge en todas las reparticiones estatales, de atención al público;
solo en boca de politiqueros existe siempre, la más buena voluntad de cumplir:
Ya sea con la justicia, la salud o la educación; pero, por la densidad de los
trámites, tarde o temprano, el clamor, la denuncia y la acción del ciudadano
común, termina en el tacho de basura.
Cambiar
uniformes o controlar a quien toma o fuma, resulta un mero trámite burocrático,
favorable a la corrupción sistémica.
En los
Bañados, se toma como broma ver las declaraciones y noticias, de ciertos
burócratas diciendo y exhortando a la población, a paliar con su colaboración,
el daño producido por la corrupción sistemática, que no tiene uniforme ni
color.
Pese al
teatro político montado, la gente del Bañado Sur, está convencido de la
necesidad de bajar la corrupción sistémica en todas las instituciones del país,
si queremos mejorar la vida de los más necesitados y enfermos; niños e
indígenas.
La
difícil situación planteada por la crecida de los ríos, por la falta de
previsión en cuanto a la alteración ecológica en los emprendimientos,
principalmente las hidroeléctricas, pone de nuevo sobre el tapete la necesidad
imperiosa, urgente, de disminuir la ignorancia y la corrupción en el poder,
para poder planificar, diligentemente, el futuro de la patria.
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