Nuestro
sistema político, de tinte público-privado, tan pintoresco en el respeto de los
funcionarios público: Los mismos que han electo a las autoridades, son llevados
a la corrupción sistémica sin parangón.
Según
la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, siempre actúa de manera
fantasiosa, en la estructura de la función pública social. La posibilidad
aumenta cuando, existe una gran eclosión social, a través de la democracia
representativa y un Estado de derecho, sin mucha comprensión de parte de los
servidores; esperando siempre seguir el sistema autoritario, confundiendo las
cosas públicas con su patrimonio personal.
La
claridad, la libertad y la virtud, deben ser la brújula para todos los
trabajadores de la función pública, buscando enaltecer la seguridad; la
eficacia en el servicio a sus conciudadanos. Hoy en día, muchos de estos
funcionarios, confunden la obligación de servir a los ciudadanos, con el proselitismo; quienes llegan hasta su despacho, para ser atendidos: terminan
debiendo ‘favores políticos’.
Esta
misma práctica, en el procedimiento de estos agentes sociales, levanta la
percepción de duda, hacia la honorabilidad del funcionario, de los empleos
públicos. Perdiéndose todo interés, en cooperar para el saneamiento de la
marginalidad, a causa de los agentes de los hechos, actos y prácticas de la
corrupción sistémica.
De
hecho existen denuncias, sobre el actuar de estos representantes, gracias a la
libertad del cuarto poder; pero, que hasta hoy, no pueden llegar hasta los
responsables. Por eso no puede bajar la corrupción, porque la ocultación es la
regla en las instituciones. Es el uso y abuso generalizado, la constante desde
tiempo atrás, en las estructura del poder.
Solo
con la acción ciudadana, en el marco democrático participativo, la corrupción
podrá ser visualizada de manera más fácil. Para alguna vez llegar a la
penalización eficaz, contra quienes abusen de sus cargos, en detrimento del
pueblo.
La
inacción, suele ser fruto de la ignorancia en la ocultación, producto del
acomodamiento a favor de tal cual partido o claque. Bien manejada en toda
Latinoamérica; sin embargo, nosotros, lo hemos convertido en principio de ‘fidelidad’,
al servicio de los politiqueros de turno, poniendo en riesgo inclusive, el
desarrollo democrático y legal del país. Degradando a los bienes públicos y a
los funcionarios que acceden al empleo público.
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