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Mostrando las entradas con la etiqueta HUELGA GENERAL 2014

La corrupción y la sociedad civil

Me decía un parroquiano del Bañado Sur: —Nosotros y ustedes, estamos  cada día más peligrados por esta creciente; ya que, “Cateura”, está comenzando a desbordar. Según la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, lleva de manera inexorable a la corrupción. En esta emergencia la sociedad civil, hace todo para ayudar a los damnificados; incluso en las fronteras de los países vecinos, han dado el mismo gesto, a favor de los sufridos ribereños; sin importar otro objetivo, más que la solidaridad humanitaria.

Sobre la corrupción y las medidas de fuerza

Toda acción de protesta o medida de fuerza, adoptada por el pueblo o parte de él, se constituye en el arma mortal contra todas las dictaduras. Algunas de ellas con fachada democrática, para mantenerse en el mundo actual; y otras, para asegurar la vigencia de la corrupción sistémica, como un régimen económico de facto. Según la TGC, si no existe democracia de verdad, fácilmente se practica la ignorancia en política, lo que termina siempre en injusticia. América latina está acostumbrada a este sistema: del doble discurso y del ñembotavy (hacerse el desentendido), para con los ciudadanos. Amparándose en la estructura del poder y ni que decir, a nivel de gobiernos, para medrar e impedir el desarrollo de los países vecinos menos favorecidos. En nuestro caso, permitido por la inacción de nuestros políticos a favor de la gente. Paraguay está comenzando a interpretar su Constitución, social y humanista hasta por los poros. Una Carta Magna que exige responsabilidad de todos, siend

Sobre la corrupción y los dirigentes sociales

Después de la tormenta, hoy volvió la calma tras una huelga de carácter pacífico, gracias a sus actores, los dirigentes sociales y las autoridades encargadas del orden en un Estado de derecho. Según la TGC, la democracia de verdad, facilita al pueblo las posibilidades de salir por si mismo adelante con sus problemas, superando primero la corrupción sistémica, presente en todas las áreas de la sociedad. Casi nadie en el país tiene dudas, de que la corrupción es la que nos une a todos los paraguayos, tanto como catalizador económico, así como un factor de degradación social y política. Como tal, debemos superarla para poder desarrollarnos en el concierto de las naciones civilizadas.

Sobre la corrupción y la contaminación social

Me decía un parroquiano, allá cerca del Río Paraná: “Aquí estamos todos contaminados. Mire la soja, por poco llega hasta la escuela” Según la TGC, la falta de coherencia en el poder, convierte a su ejercicio en ignorancia, por la ocultación estructural. Lo que significa, en pocas palabras, usar el cargo como un simple observador mudo; entregado a las organizaciones fácticas de un país. Es cierto que se habló mucho desde el gobierno, “que serán respetados los pobladores; con vallas perimetrales y una distancia de las casas mínima de cien metros” . Se pudo ver recientemente, mediante las cámaras de televisión,  que en la práctica ésta normativa no se ha cumplido en absoluto. Los que deben controlar, como representantes de las instituciones del Estado, simplemente no existen; y si aparecen, es para actuar de perifoneros de los brasiguayos con poder, y su interpretación de “nosotros tenemos la autorización de la SEAM”. La contaminación afecta a los niños, campesinos y aborí

Sobre la corrupción y las reivindicaciones sociales

La realidad de los trabajadores no es mejor en estos días; por la corrupción sistémica, implantada en la estructura misma del poder, obligando a los obreros intentar conseguir reivindicaciones, por el descuido de la finalidad política del “bien común”. Según la TGC, si el poder solo se dedica a recaudar, fácilmente cae en la ignorancia: al desconocer lo que tiene, lo que puede tener y dónde  puede aplicar los recursos. Resultado: desvío de fondos, malversación y concesiones de bienes públicos, que a la larga son altamente desfavorables para el Estado.

Sobre la voluntad popular y la corrupción

    Difícil la comprensión del pueblo, cuando su desarrollo está muy golpeado por la corrupción; para hacerlo producir a favor de los sostenedores del sistema, en nombre de la voluntad popular, dentro de una democracia de boca, donde la carencia absoluta, de un pueblo que se sostiene, a través de la ignorancia y la necesidad. La voluntad popular, generadora del poder consumido por la corrupción sistémica, encarece y empobrece a la población, con promesas y amenazas, aplicando siempre la injusticia. Pasado un tiempo se convierte en perjuicios económicos incalculables, y el pueblo sigue sin comprender la dura realidad de la corrupción: cuyo resultado salta a la vista de la gente, con el encarecimiento y el aumento general de los precios de los productos.