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La corrupción y la voluntad

Un pueblo en democracia, es grande y próspero, en la medida que levante su voluntad de luchar contra la corrupción sistémica.

Según la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, utiliza a la voluntad popular, muchas veces, para buscar legitimar las injusticias.


Afortunadamente, la libre expresión de nuestro sistema, permite a cualquier ciudadano, comprobar el reto de la voluntad; en el conocimiento popular sobre la realidad del país, a través del cuarto poder.

Esta libertad está siempre en boca de los políticos, que incurrieron en corrupción sistémica; para quienes la fuerza de voluntad ciudadana, nunca podrá intervenir para frenar los actos, hechos y prácticas del sistema corrupto.

En toda idea se identifica perfectamente, aquella que tiene como único fin, el interés personal; de otra, que está elaborada para el bien común. En esta última, el objetivo es llegar a la solución de un problema o flagelo, en este caso la corrupción, que, en forma de sistema, utiliza la voluntad de quienes ocupan cargos en el Estado; y deciden sobre las cuestiones públicas de un país.

Hemos tenido casos de actores empresariales, involucrados directamente en tal sistema, que vuelven a tener, una y otra vez la credibilidad, a la hora de la adjudicación de las obras y contratos con el Estado. Algunos de ellos, mal gastando dinero ajeno, como el de los trabajadores asegurados al IPS.

La permisividad sobre estos acontecimientos; por parte de los encargados de supervisar en Justicia, nos demuestra la voluntad, pero en perjuicio del pueblo.

Algunos ya fueron imputados, pero no son capaces de renunciar, al menos para mantener el respeto por la ética en la función pública, cuyo reconocimiento debería ser la regla mínima para mantenerse en funciones representativas.

Para la politiquería, la voluntad es una simple palanca para las excusas y la simulación. Bajo el lema de “me equivoqué” y el “desconocimiento” de los hechos, se siguen dejando impune toda una estructura delictiva, desde el propio Estado.

Amamos la democracia, social y participativa, en libertad: pero esperamos cumplimiento de los valores éticos en la política. Por parte de los que se dicen nuestros representantes. Es solo cuestión de hojear, algunos de los publicitados “códigos de ética” que ellos mismos aprobaron, para demostrar el interés de bajar la ignorancia y con ella, la corrupción, que sigue torciendo voluntades y deseos , en desmedro de la cosa pública.


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