Un
parroquiano del Bañado Sur, me decía: “Si ahora obligan a los profesionales a
pedir permiso para trabajar, cada día el pobre estará más abandonado aquí…”
Según
la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, puede causar estragos en los
países subdesarrollados; mientras que, en los más avanzados, hasta puede pasar
desapercibida.
La
figura de la ‘colegiación’, parecía superada en nuestro país; no tan ética
cuando se trata de cuestiones sociales. No solo porque existen muchas
profesiones sin título; sino porque el ‘claquismo’ de la democracia bananera,
nos llevará, más fácilmente a cortar la libertad profesional, que a mejorar la
calidad, utilizada como motivo para la promulgación. Los favorecimientos o “empujoncitos”,
para tal o cual familia, partido, grupo o compadre del poder, es una realidad
visible hoy por hoy, en cualquier adscripción social, función pública o
registro profesional. Tanto más podría verse reforzado, en una cuestión
limitante y fundamental, individual, dentro del sistema económico.
En una
democracia participativa, con un Estado de derecho, la colegiación obligatoria,
solo es posible, y lleva implícita, una vuelta al ‘pasado’; pero con distintos
nombres, en perjuicio de la gente necesitada y sin fueros ni auxilio del famoso
Estado.
Hemos
explicado siempre que la corrupción sistémica se presenta como una ‘idea fuerza’,
simulando sus verdaderos objetivos, ante la misma sociedad.
Los más
sufridos de los Bañados, experimentan perjuicio al no poder pedir, sin
justificar a una colegiación, por ejemplo, la defensa de sus derechos. La falta
de ordenamiento y buena administración de los poderes, tendrá un efecto perjudicial
en la gente; esto es la corrupción sistémica, que se vale de una ley que ‘obliga’
a renunciar a los propios principios constitucionales de libre actividad
económica. Demuestra lo poco dados que resultan a la lectura, nuestros
representantes: muchos de los cuales ejercen sus respectivas profesiones, en
total “abuso”, a la par de su ejercicio como legislador.
El
desarrollo social de la democracia, tiene su fundamento en la libertad económica;
de lo contrario, no puede disminuirse la corrupción sistémica, el abuso de
poder, que siempre licitará el acceso a los profesionales, según su abolengo y
clase social.
La
claridad, la libertad y la virtud nos obligan a decir que al limitar el auxilio
válido al ciudadano, esperando la venia de grupos colegiados; de modo a
verificar si afectan o no a los intereses del poder de turno, nos demuestra que
estamos ‘cambiando gato por liebre’ aquí en Sudamérica.
Aún
siendo considerado como uno de los países más corruptos, con gran potencial
económico, seguimos en la vieja letanía de ‘copiar y pegar’ las recetas
fallidas de otros países. Pero, cada día,
con la politiquería, más atados y encadenados, según lo expresan
nuestros hermanos del Bañado: golpeados por las inundaciones y demás
perjuicios, provocados por décadas de corrupción sistémica gubernamental.
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