Entre
la corrupción y la confianza de la gente en las instituciones, juega un papel
preponderante, la política; elemento de toda acción, único capaz de disminuir
el flagelo universal.
Según la TGC, si el poder, dueño
de la estructura, utiliza sus medios de disposición, para complacer fines
personales, descuidando el interés general, deviene en injusticia.
Un
Estado de Derecho, respetado por sus políticos, construye la buena democracia
representativa; pero, cuando los valores son burlados por politiqueros: Nace la
corrupción sistémica.
Dentro
de esta realidad, el país vive en toda su geografía, hechos, actos y prácticas
de corrupción constantes. Eso genera duda, incertidumbre y desconfianza de la
gente, lo cual, a su vez, retrasa el progreso.
Si bien
algunos mandamases de la “nueva era”, están dispuestos a “fumar lo que sea”,
con tal de volver a ganar la confianza de sus votantes; después de cobrar la
plata del subsidio partidario, a costa de todos los contribuyentes. Por fortuna
la conciencia de la gente va cambiando, y estos hechos ya no pasan
desapercibidos.
Aunque
se puede decir, con absoluta certeza, que la poca acción en bien del país, se
basa en la falta total de ética: al confundirse las funciones parlamentarias
con las actividades de índole personal-empresarial, de cada uno de los legisladores
de ambas cámaras. Ahí es cuando el pueblo se pregunta, ¿no les alcanzaba para
vivir, lo que obtienen de ganancia en sus lucrativos negocios; como para venir
a postularse a una función tan importante, y no poder cumplirla a cabalidad?
Bien queda
explicado, por qué razón los códigos de ética, solo fueron hechos para la foto,
el trámite y la burla. Ninguna incidencia tuvieron, a la hora de sancionar a
los verdaderos infractores, a la investidura parlamentaria. Puede verse la
influencia de la corrupción sistémica en el cuerpo colegiado.
Constituye
una “ignorancia en la ocultación” de los poderes, afectando todo el sistema
democrático. Por cada minuto de sesión, en condiciones irregulares, se
sacrifica a niños, ancianos e indígenas; que siguen descuidados en sus
respectivas zonas.
Sin
embargo, las promesas seguirán siendo el único factor ganancial, para tomar
desprevenida a la gente, usando las catástrofes, piedad popular y emergencias,
todas a consecuencia de la corrupción sistémica, como una muletilla electoral
más.
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