A
diario somos testigos de los atropellos de la politiquería; en nombre de
cualquier autodenominado, comité de evaluación: al servicio de la corrupción
sistematizada en el Estado.
Según
la TGC, la justicia debe buscar siempre la equidad, para disminuir la
corrupción en todos sus niveles. Pero, si los mismos partidos con
representación, no tratan de orientar a sus dirigentes, para luchar y bajar
este flagelo; el país se convierte en un barco a la deriva: sin rumbo, donde
los politiqueros aprovechan la necesidad de la gente, por medio de los ‘comités’,
mesas de trabajo y otras conformaciones de mera propaganda. Con la repetida
promesa de mejorar la situación nacional.
Los
primeros imputados, ya fueron sobreseídos de la prisión, favorecidos por
ciertos contratados a su servicio en la función pública: Es la perfecta cara de
una democracia social, movida por una estructura de corrupción sistémica, pero
sostenido por un Estado de derecho parcial. Bajo el lema de ‘quién da más’, olvidando los encargados
de los poderes, el valor de la verdadera justicia, para un pueblo.
Así es
como se confunde la política con los negocios; en los diversos comités de evaluación; además de las
asociaciones de trabajadores, que hasta hoy son incapaces de buscar la
seguridad social con firmeza; sin prestarse a favor de las clases dominantes,
por carguitos y un mejor vivir; a costa de la generalidad de los obreros y
empleados.
La
reestructuración total del sindicalismo es perentoria, si queremos realmente,
seguir defendiendo a la democracia social de derecho, hasta hoy aplaudida mundialmente,
ya que es la única posibilidad para que el Paraguay salga de su fracaso histórico
social, cultural y político bipartidista: Acostumbrado a negociar, a cualquier
precio, los recursos nacionales, por sus cargos de comisiones negociadoras,
fomentando la ignorancia en la ocultación de las estructuras del poder.
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