El país
está dolido, al tener sus intereses hipotecados: al servicio de los vecinos.
Sin posibilidad de obtener beneficios para nuestra economía. Por la corrupción
sistémica vigente, en las hidroeléctricas.
Según
la TGC, si la ignorancia consume al gobierno, su poder recae en la injusticia.
Necesariamente.
Duele
tal vez, conocer la responsabilidad que tiene cada ciudadano, al pedir claridad,
libertad y virtud, en todos los emprendimientos, donde se comprometen los
bienes públicos. Con mayor razón, cuando
se trata de acuerdos con los vecinos más poderosos del Mercosur.
Con
ellos hemos compartido grandes proyectos; un condominio que hasta hoy no ha
favorecido, casi en nada, a los esquilmados habitantes; que siguen presos, por la
especulación bancaria y comercial del país.
Las necesidades
son urgentes en el país; pero la corrupción en el manejo de la cosa pública,
sigue siendo la regla. Con esa ecuación, resulta imposible planificar y mucho
menos, implementar, políticas públicas eficaces. Las recetas ni los “grandes
préstamos”, son suficientes, cuando la corrupción sistémica es la que dirige.
A cada
paso, que el paraguayo da en su suelo, encuentra riquezas; pero sin
explotarlas, quedan reducidas a nada. Todo se consume en los hechos, actos y
prácticas de la corrupción sistémica, que sigue ofertando cargos, prebenda y
clientelismo, al mejor y más obediente postor. Es la política del acomodo, pero
con prensa libre. La única diferencia con la democracia bananera, muy en boga
en ciertos países del hemisferio.
Este
sistema democrático, nos permite el conocimiento, por medio de las
publicaciones, del cuarto poder. Necesario para comprender, colectiva e
individualmente, la necesidad imperiosa de exigir la liberación justa, a nuestros
vecinos, socios forzosos de dos islas financieras, que poco o nada aportan a
nuestro desarrollo.
Con el
silencio cómplice, hemos venido sosteniendo las burbujas económicas, el “milagroso”
despegue y la “ayuda social”, bajo el engaño ideológico, en las naciones
limítrofes.
Sabemos,
con nombre y apellido, quienes son los politiqueros entreguistas, que siguen
lucrando a costillas de la necesidad del pueblo.
Nuestros
intereses en las represas, deben tener la resolución y aplicación de un justo
derecho; dejando de lado la implantación fáctica, heredada del pasado
dictatorial y continuada, desde las altas esferas de la aristocracia
mercosuriana.
El bien
común, también debe llegar a todos los paraguayos, no solo a los que están
mamando, desde hace más de 5 generaciones, en los jugosos y relajados cargos de
la ITAIPÚ y la EBY.
El
objetivo del presente debe ser preservar, la ecología, la cultura y la
sociabilidad de nuestros pueblos originarios; así como de la agricultura
campesina. Para seguir el ideal de americanos, que buscan bajar la corrupción
sistémica de su país.
Comentarios
Publicar un comentario