Nuestro
pueblo siempre ha sido manoseado, en sus relaciones internacionales; acallados
nuestros gobiernos, por los vecinos más poderosos del Mercosur, desplazando a
nuestro país del uso efectivo de sus recursos naturales, como se ha preestablecido
en el ‘manual de las valijas’.
Según
la TGC, si el poder es naturalmente corrupto, y un gobierno no procura bajar la
ignorancia, el resultado será, inexorablemente, la injusticia generalizada.
Las
ideas preestablecidas en valijas, diplomáticas y de agenda comercial, de
algunos funcionarios al servicio de la corrupción sistémica; entreguistas de
los bienes del Estado, resultan el denominador común de las sucesivas
administraciones gubernamentales. En cualquier acuerdo de mediana importancia,
el país debe salir perdiendo y los firmantes, inmersos en la ocultación
ignorante.
Como
ejemplo bastan citar algunos acontecimientos: Hemos ganado la Guerra del Chaco,
pero perdimos el territorio en la negociación; según los intereses de valija,
que obligaron a firmar.
Hoy estamos
ante una realidad, el ‘monumento a la corrupción’, debe ser renegociado; pero
hasta hoy nadie sabe cuál será la postura del gobierno sobre la supuesta deuda;
de un patrimonio público, cuya utilidad para la nación ni siquiera llega al 10
% para el Paraguay.
Una
deuda espuria, que atenta contra los intereses nacionales, pero que fue
planificado por la nueva casta de favorecidos por los maletines negros de la
Región. Así es como sigue el pueblo, golpeado por la ignorancia y la corrupción
sistémica.
Las
ideas de que “el pueblo no tiene deuda”, sino solo la ‘entidad binacional’,
resulta un gran sofisma; basado en la ideología mentirosa y gansteril,
instrumentada en la fuerza y la bravuconada, de la politiquería
latinoamericana, que incluso, suele osar llamarse socialista. Gobiernos sin
ningún sentido democrático, sino el mantenimiento de la misma dictadura
económica y cultural de siglos. Sencillos escuderos, a la orden de los ‘financistas’
mundiales.
La
claridad, la libertad y la virtud, en un Estado de Derecho, nos permiten a
todos los paraguayos, exigir a los responsables, a ser capaces de superar estos
‘acuerdos de valija’: común entre comerciantes, pero pernicioso para la
política y el desarrollo autónomo de un país. Porque expolian y privan del goce
de sus derechos, a millones de ciudadanos, destruyendo su ecología y sus raíces
culturales.
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