“Nos hemos acostumbrado a decir: ¡Vamos a
reformar el Paraguay!”, me decía un parroquiano, de los que aún quedan en el
Bañando Sur, donde hasta hoy no sabemos qué solución se tendrá.
Según la TGC, un poder con ignorancia
lleva injusticia; porque, al aplicar, por medio de la interpretación, las leyes
en el país, termina perjudicando a los ciudadanos.
Muchos siguen considerando a la
corrupción, como algo subjetivo o ético, que al cambiar de hombres, será
mitigada automáticamente; principalmente en la administración de justicia.
Cuando la democracia, calla los abusos
cometidos en nombre del poder administrador; y busca, colocar a juzgadores más
amigos, de modo a blanquearse: estamos destruyendo la esencia del sistema democrático.
Allanando el camino para el totalitarismo rampante; que no solo se perfecciona,
en un individuo, sino también por medio de grupos enquistados en el poder.
El poder por la fuerza, superado ya hace un buen tiempo en el país, por lo visto, sigue teniendo adeptos entre los clanes seudo-ideológicos y bipartidistas.
Por eso, ser ciudadano, en este país, así
como en cualquier otro, más aún, en el marco de un Estado social de derecho,
con posibilidad de crecer en conocimiento, en bienestar para el bien común, resulta difícil.
La corrupción sistémica, es el mal número
uno; cuyas consecuencias pagan, más fácilmente, los necesitados del país, los
niños desprotegidos y los indígenas.
Todo el peso de las inundaciones, en los
Bañados, lleva desilusión a miles de compatriotas. Lógicamente la inseguridad
va en aumento, y la opinión pública, está segura que la corrupción es lo
primero que debe ser disminuido, para pretender salir del atolladero. Donde se
ha caído por negligencia y desidia para usar, adelantos en las ciencias
sociales.
Recurrir a las reformas, cambios de
personas y leyes, en la administración pública, pero manteniendo las mismas
estructuras físicas y doctrinarias, de poco servirán para la solución de fondo.
El combate debe empezar, explicando
correctamente, en forma sistemática la importancia de bajar los niveles de
ignorancia y la corrupción. Sin esa comprensión consciente, de nada sirven las
medidas de emergencia o coyunturales.
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