Me preguntaba,
un parroquiano del Bañado Sur: la corrupción, ¿es una duda o una realidad, en
la vida de los paraguayos?
Según
la TGC, la ignorancia solo puede ser superada a través de la enseñanza, en el
aprendizaje social.
Hasta
hoy, el cuarto poder está afirmando, la idea de “que la corrupción es la
causante de muchas de las necesidades sociales”; pero, a reglón seguido, siguen
sosteniendo el carácter ético subjetivo del fenómeno. Sin distinguir, entre
pequeña y gran corrupción. Esto es, entre corrupción sistémica y corrupción
individual.
Esta
mezcla, puede contaminar los procesos actuales; usando la “duda”, caballito de
los encargados de la interpretación de la ley, en la administración de
justicia: cada día más afines al poder político y al trampolín judicial.
Esa duda,
que proviene de una ignorancia conceptual, en la interpretación; suele
favorecer, a la corrupción sistémica, que cuenta con el dinero para el
oscurecimiento.
Hoy los
ribereños claman justicia, pidiendo se cumplan los principios constitucionales,
en este difícil momento para ellos. Movidos tal vez, por un descuido en la
planificación del desarrollo, social y urbanístico de la ciudad.
Toda
duda es indecisión, pero casi siempre actúan la voluntad para accionar, así
como en la corrupción sistémica, la voluntad es el motor principal, en toda
participación pública.
La
democracia tiene, en efecto, la libertad y el Estado de derecho, para ir
superando las dudas de la gente pobre; junto a los problemas sociales y
tecnológicos.
La
corrupción es una realidad social, que no distingue raza, nación ni sistema
político: su único objetivo es recaudar del erario público.
Hemos
tenido, grandes instituciones perjudicadas en su presupuesto; por la corrupción
sistémica denunciada. Procesados en la justicia, sus ex ministros, incluso
aquellos, muy conocidos, que estuvieron al frente de organismos anticorrupción.
Pasando de perseguidores a perseguidos, aparentemente por la coyuntura. Sin
embargo, la razón intrínseca, está en la ignorancia por la ocultación del
poder, base para el sostenimiento de toda corrupción en un Estado.
Contra
el flagelo no puede lucharse, sin respetar los principios de claridad, libertad
y virtud, a favor de la verdad.
Comentarios
Publicar un comentario