Bajo una
sombra de injusticia, la gente dice y habla sobre los temas nacionales, ávidos
de entender y tratando de lograr mejorar la política, para disminuir la corrupción
sistémica, que ya tanto ha perjudicado histórica y socialmente a nuestro
pueblo.
Según la
TGC, un poder corrupto puede aparentar ser eficiente y muy próspero, para
algunos beneficiarios directos. Esto es así porque, indudablemente, se ha
comprobado científicamente, en nuestro país, que la corrupción utiliza la
estructura de todo poder, sin importar ningún principio, más que el de recaudar
bajo el manto, de la aparente legalidad.
Así es en
el mundo entero; sin distinción. Por ello, resulta dificultoso separar la ética
subjetiva, de la realidad objetiva de los hechos de corrupción acaecidos.
Por eso la
ciencia resulta un conocimiento ordenado, intelectual, conceptual y práctico
sobre los fenómenos de la naturaleza humana; que aplicado a los actos, hechos y
prácticas de corrupción, contiene leyes y principios que explican el
funcionamiento preciso de los sistemas de corrupción. A los fines de su estudio
en todas las ramas universitarias.
Solo
conceptualizando correctamente, se podrá aportar con acciones conscientes y
concretas, para superar esta mal denominada “cultura de la corrupción”, que se
constituye, por el manto de ignorancia sobre el tema, en un verdadero obstáculo
para el desarrollo social de la civilización.
Somos un
pueblo muy cerrado al progreso del conocimiento; tenemos la sugerente noción de
que “todo se sabe”, aunque lo que se sepa, sea poco o inexacto. Lastimosamente,
la clase política dirigente, se ciñe a esa misma línea conductual, más cómoda,
antes que enseñar, prefieren acomodarse.
Nos sigue
gustando platicar y digerir, cualquier cosa con tal de que no sea lo nacional:
es la consecuencia de la invasión psicológica del dominio en la política,
impuesto por los países más organizados, ya sean limítrofes o de un poco más
allá.
Hoy, la
democracia y la prensa van rompiendo este sistema tan perjudicial para los
avances de la ciencia.
Debo aclarar
que muchos consideran, desafortunadamente, a las ciencias sociales como un “relleno”,
entre las ciencias positivas. Sin embargo, sin su desarrollo, tampoco pueden
avanzar las demás ciencias empíricas. No debe mezclarse la propaganda del ciclo
económico capitalista, con la filosofía del saber humano. Es una fusión que
propende a la ignorancia.
La simple
encuesta para recaudar, en la lucha contra la corrupción, solo trae más
corrupción; además de fomentar más a los especuladores, que nace de los propios
encargados en su doble juego, de ser “juez y jugador”, a la hora de ranquear a los países.
Si los
habitantes comienzan a entender la realidad, con claridad, libertad y virtud,
aceptando la ciencia, al amparo de la verdad, protegida por nuestra democracia
constitucional, iremos progresando como Estado de derecho, con menos ignorancia
y corrupción.
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