Un
parroquiano del Bañado Sur me decía: —“Había
sido que todo niño tiene un precio en la corrupción sistémica”.
Según la
TGC, el poder necesita de la economía y la ley, para llevar su gestión
adelante.
Esta
realidad, expresada en la cifra de “cuatro millones de deuda, por cada niño que
va naciendo”, asusta a estos ciudadanos, que generalmente viven el día a día
luchando, contra agua y basura, para sacar adelante a su familia: ante un
gobierno populista, sin empacho para seguir prometiendo deudas, a cuenta del
país.
Créditos
muy promocionados, que deben ser honrados por más de dos generaciones de
paraguayos; muchos de ellos, destinados, solo a cubrir agujeros fiscales de
otros periodos, o para financiar campañas electorales. Reparar infraestructuras
que se hicieron mal o que sencillamente, nunca se hicieron, pese a que fueron
pagadas en su integridad.
—“Tanto se ha defraudado en nombre de la
educación y ni que decir, a nombre de los campesinos e indígenas, quienes pagan
ya desde que nacen”—insistía el bañadense indignado.
De a poco,
la ciudadanía va comprendiendo, la importancia de la democracia, y sus informes
sobre la deuda pública.
La
independencia y el desarrollo, solo se logran superando la ficción de la deuda.
Esa burbuja económica, a la que tanto se apegan las cohortes de campaña y
políticos comerciales.
Hubo tanta
reingeniería financiera, en el poder de los politiqueros, causando todo tipo de
perjuicio a cuanto lugar se promocionara, con las rendiciones “transparentes”;
pero una vez analizada, la claridad, la libertad y la virtud, se van notando
las desprolijidades en el manejo.
Irregularidades
que finalmente, cada niño que va naciendo, debe cargar en su corta vida; por el
error cometido por sus propios representantes, en abuso cometido contra el bien
común, en provecho propio y dejando de cumplir a favor de sus legítimos
depositarios.
En
contrapartida, se siguen exonerando de impuestos de por vida a fábricas y
especuladores por doquier.
Aún
sabiendo que la cuestión económica es imposible de superar, con sueños e ideas
descabelladas, impresos en proyectos, comprometiendo la plata de todos, por
ignorancia.
Si no
controlamos a nuestra política populista, seguirá subiendo el “valor de los
niños”, al solo nacer en la balanza pública.
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