Me decía un
parroquiano del Bañado Sur: —“El
amiguismo nos sigue entregando corrupción sistémica, con viso de transparencia”.
Según la
TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, confunde fácilmente, por medio
de la percepción de la gente, la verdadera con la falsa política.
La
irrupción de los políticos—dirigentes sociales, con supuesto interés hacia los
más necesitados, permite a los administradores de turno sacar resultados
personales, en los hechos, actos y prácticas de la corrupción sistémica, con
absoluta libertad. Encima, proyectando a la sociedad, por medio de la
propaganda oficial, la imagen de trabajo transparente y eficiente. Dos términos
totalmente relativos y anti-jurídicos.
El amiguismo
será, posiblemente, la “doctrina” que otorga más beneficios en el país. Porque
la politiquería se convierte en elemento, ante la simulada democracia civil,
bien simulada. Así es como se justifican los gastos del dinero público.
Nuestra
democracia, en claridad, libertad y virtud, va mostrando la importancia de la
ciencia, ante los recitados preparados de los amigos, para la hora de hacer las
rendiciones de cuenta. Ya sean recaudaciones como donaciones.
Sigue el
doble discurso de los administradores, con gran exposición de motivos para
justificar el presupuesto gastado y felicitar a los amigos, del pasado y del
presente.
Si la función
pública sigue siendo sinónimo de ignorancia y ocultación, el amiguismo, seguirá
siendo el barómetro a la hora de esperar justicia; normalmente, al servicio de
la corrupción sistémica.
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