Me decía un parroquiano del
Alto Paraná:— “Tenemos que estar con el “Jesús
en la boca”, para contrarrestar el ataque de los encargados, representantes
nuestros, que administran los servicios públicos en los municipios; a causa de
la corrupción sistémica en sus estructuras”.
Según la TGC, el poder
otorga la estructura perfecta para que la corrupción se desarrolle. Por eso,
podríamos afirmar, sin temor a equivocación, que las instituciones municipales,
deben ser mejoradas para superar el abuso de poder y de derecho, en que están
incurriendo diariamente, contra sus propios electores. Deben comenzar que los
ciudadanos son usuarios de servicios, que obligan en sus cargos, a prestarlos
eficientemente.
No servirse del cargo y
autorizar atropellos a la ecología, violando la propia Ley.
Es hora que los responsables
de la corrupción sistémica en el país, sean efectivamente sancionados por los
hechos, actos y prácticas de corrupción, en un plano objetivo, ante la opinión
pública. Solo así se podrá disminuir, este flagelo que golpea y deja a los
usuarios en duda, sobre la democracia, las instituciones y los funcionarios
públicos.
La claridad, la libertad y
la virtud, nos pueden servir para el logro paulatino del bien común, cuando los
actores políticos, tratan de hacer respetar los principios mínimos de justicia,
en sus decisiones.
La prensa ha tratado de
mostrar esta realidad, al poner en manos del usuario, las grandes falencias del
Estado y sus autoridades, electas o nombradas.
El ciudadano, debe aumentar
su saber y entender sobre las cuestiones políticas, de carácter nacional e
internacional, para defender sus propios intereses.
Al campesinado se le promociona
siempre, el acceso al crédito, pero con altos intereses para su devolución.
Además, se sigue pasando un alto presupuesto para los “facilitadores” y técnicos,
cuyas funciones no son controladas por nadie en el aparato estatal.
Con esto, se sigue con el
sistema de “balance”, muy bien confeccionado, donde la plata entregada, sigue
quedando en el agujero generado en períodos fiscales pasados. Nunca para invertir
ni mucho menos para mejorar los servicios.
Sin embargo, los precios
pagados por los usuarios, de cualquier servicio básico, siguen aumentando
indiscriminadamente. Sin dar ninguna información o aviso previo a los propios
contribuyentes, sostenedores de la viciada descentralización.
Como aquí nadie dice nada,
cuando de llegar al fondo de una cuestión se trata, todo pasa como ignorancia
en la ocultación del poder, perjudicando a los usuarios en todo el país.
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