El
subdesarrollo es un estado de necesidad, bajo la aparente prosperidad, donde en
una realidad socializante, el sistema estatal utiliza a la corrupción
sistémica, como “arte de magia”.
Sacudirse
de este sistema, muy rentable para algunos, es la materia más difícil para los
pueblos; ya que caen presas del momento, sin posibilidad de encontrar la
autodeterminación. Por deudas contraídas con anterioridad, que se van
acumulando como una bola de nieve, en la navidad del Norte.
El mundo
moderno festeja la libertad; mientras los países más adelantados y prósperos,
siguen disfrutando de la plata de los subdesarrollados. En éstos, la gente
llora, para conseguir sombra, tierra, agua o pan, en esta navidad.
La
propaganda política hace lo suyo. En nuestra democracia, hay felicitaciones y
rendimientos transparentes, sin saber la realidad de las supuestas obras y
servicios, al mejor estilo del “todo se
hizo bien”.
Podemos decir
que en los países subdesarrollados, se juntan felicidad, progreso y bienestar
de todos, pero al servicio de la corrupción sistémica. Por algo, el mundo nos
tilda de ser los “más corruptos” en Latinoamérica, pero, al mismo tiempo, los
más felices del planeta, por segundo año consecutivo.
Mientras nos
pasamos entre fiesta, felicidad y fútbol, nadie se molesta en exigir a nuestros
vecinos por los intereses de las riquezas naturales, de nuestros ríos colindantes.
Así como la justa paga, de todo lo “energético” y vital que sale de este país
en vías del subdesarrollo, que sigue
inmerso en la politiquería peloteril.
En los
países subdesarrollados el denominador común es la ignorancia y la falta de
enseñanza de la política, en nombre de una supuesta cultura individualista-liberal.
Con ello se disuade la posibilidad de exigir, a los actores nacionales, de su
responsabilidad, a la hora de tomar decisiones a favor del pueblo, en los
emblemas binacionales.
Porque allí
es donde están los mejores compradores de conciencia, para expoliar a los nativos
y campesinos, sin otro objetivo que lucir y vivir a expensas del erario
público, cual monarquía burocrática, si es posible, hasta el fin de las
generaciones, ó, hasta que aguanten las turbinas del subdesarrollo y la
paciencia del pueblo.
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