Me decía un parroquiano del
Alto Paraná: —“La bicicleteada de las
pr0mesas, aviva a los beneficiarios y la corrupción sistémica, trata de
hacerlas olvidar…”
Según la TGC el poder,
naturalmente corrupto, utiliza a la ignorancia en la percepción pública.
Esta lucha, por recibir
cualquier beneficio del Estado sobre la promesa hecha a los pobladores, va
tomando cuerpo, al comprender los mismos, que siempre se tarda en concretar lo
prometido. Es una estrategia común de los administradores públicos, para tratar
de colocar, con buen rédito, los números en el presupuesto. Un tipo de
especulación financiera, con dinero público.
Invisible, porque es legal.
Pero inconstitucional, por ende, ilegítimo, por pervertir el principio rector
del derecho público.
Así es como ocurren, los
actos, hechos y prácticas de corrupción; en un sistema estructurado en el poder
público. Con invisibilidad, pero con ignorancia de la ley, en alguno de sus
grados.
Las entidades encargadas de
la asistencia, a los más necesitados, han cuadruplicado los precios, según
pueden leerse en los informes y dictámenes de la Contraloría General. Así es
como se aplican las promesas electorales.
Una política especulativa,
sin otro objetivo más que sacar votos a la gente, a través de la percepción,
después de un tiempo tiene sus negras consecuencias en la gente. Porque la
población va comprendiendo, cuánto cuestan las promesas incumplidas.
Esto puede saberse hoy, a
través del cuarto poder. América Latina tiene una antigua costumbre: la
corrupción con los planes sociales. Base propagandística, tanto de dictaduras
militares como de las fácticas o economicistas.
Los resultados y perjuicios,
están a simple vista. El proceso corrupto que llevó a tal estado, son
invisibles, ocurren como por arte de magia. Esto va desde la carencia de papel
higiénico en los baños públicos, hasta el cambio o adulteración de
instrumentales de hospitales.
Así fue en otras épocas, de
gobiernos bananeros. Cuyos críos e idólatras, hoy parecen pretender recrear,
trastocando hasta la propia Carta Magna.
Se espera que ante las
denuncias del ente contralor, se pueda actuar con claridad, libertad y virtud,
ante la opinión pública, para no seguir perdiendo por goleada ante la
corrupción sistémica. Un flagelo demoledor, histórico y universal, que no se
disminuye con simples promesas.
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