—“Cuando los hombres se erigen en “Dios”, cometen
barbaridades, al servicio de la corrupción sistémica”—me decía un fiel
parroquiano del Bañado Sur, cerca de Cateura.
Según la TGC, la
ignorancia en la ocultación de todo poder, fácilmente puede confundir la
realidad, haciendo primar la percepción, guiada hacia los intereses económicos
y fácticos.
El mundo ha
evolucionado enormemente: Al separar la cuestión política del credo religioso,
en el mundo occidental.
Esta realidad en
nuestra democracia, la tenemos bien determinada, al establecer libertad de
culto y de ideología. Que, por supuesto, a veces, suelen aparecer politiqueros
con ganas de confundir al pueblo en nombre de “Dios”, sin tratar de respetar
esa garantía constitucional. Por suerte, al menos, no tienen eco triunfal, en
la opinión pública guiada por la prensa. En razón, posiblemente, que los
periodistas cada día se actualizan, para transmitir información de interés
social.
—“Los peores actos, hechos y prácticas se cometen,
simplemente, nombrando a la divinidad. Esto es así, desde que el mundo fue tal,
pagando incluso con su propia vida, aquellos que han tratado de enseñar”—insistía el
asunceno.
El fanatismo
religioso, que hoy parece muy difundido, permite distinguir, con claridad, libertad y virtud, que no se debe confundir
política religiosa con pragmática del Estado.
Todos los actores
políticos, están obligados a distinguir muy bien la teoría, doctrina e
ideología, que sustenta su actividad, para tratar de ayudar a nuestra población,
saliendo de la ignorancia y la ocultación, a la hora de entregar sus votos.
No se puede seguir
usando la religión, para hacer política partidaria; ni confundir la
administración pública, con los intereses del beneficio personal o de la secta.
Podemos decir
nosotros los paraguayos, tanto en la corrupción sistémica como en la
politiquería, hemos tenido ya todo tipo de modelos y momentos: Hasta condenados
a la carrera; pero sin responsabilidad pecuniaria, con respecto a los
perjuicios causados. Otros, absueltos de culpa y pena, por negligencia de los
administradores de turno. En síntesis, la corrupción es transversal a todas las
ciencias, teóricas y empíricas.
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