¿Contrasentido o
conveniencia?
Un parroquiano de Ciudad
del Este afirmaba: “Tal parece que la legalidad,
termina sosteniendo a la corrupción sistémica...”
Esto que parece una contradicción,
en realidad no lo es. Según la TGC,
la ignorancia en movimiento, tiene grados; los cuales pueden ser usados repetidamente por los poderes.
Todo sistema cuyos principios aceptan y respetan el Estado de derecho, en una democracia, además de la legalidad, debe adoptar la legitimidad
de las actuaciones.
Y, ¿en qué consiste la legitimidad?
Es la toma de decisiones, basados únicamente en lo que la Constitución
y las leyes permiten, sin
atribuciones extendidas, por causa
de necesidad u otras excusas, que terminan dándole un cierto ropaje legal, al desvío
descarado de fondos públicos.
Relaciones
Cuando se utiliza el tercer
grado de ignorancia, interpretativa, se suele pretender adaptar las disposiciones de la Carta Magna, a los supuestos intereses de la mayoría, que en
realidad solo responden a las cúpulas;
pero contraviniendo toda la estructura
legal con tal especulación.
Lo dicho entonces por este ciudadano, se encuadra en una
verdad, de que la corrupción sistémica
de hecho, sostiene a toda injusticia,
pero presentada ante la opinión pública
como de estricta legalidad.
Allí se configura la simulación
de actos, hechos y prácticas corruptas,
bajo la forma de resoluciones,
trámites o acuerdos, que en nada
favorecen al bien común ni a la vigencia
del orden constituido. Por el contrario solo empobrecen a la población, en
su materia y entendimiento,
convirtiendo a la política en una simple competencia de trapecistas, que pretenden convencer hasta de lo más absurdo, dando
saltos y brincos: que todo está muy bien allí abajo.
Por eso, la corrupción
sistémica no puede ser visualizada como cualquier otro delito o crimen, bajo el argumento de lo político o económico.
“Muchos siguen pensando que el derecho se amolda en democracia, de acuerdo a los intereses, partidarios o sociales”,
insistía el poblador del Este.
Avances en la materia
La claridad, la
libertad y la virtud están al servicio de la ciencia y buen uso del bien
común.
Nuestra democracia ha progresado, tanto en la participación
como en la preocupación de lograr claridad de, al menos, las normas constitucionales, ante el acecho de los
fanáticos y trasnochados, con ganas
de proseguir en el método reeleccionista.
Advertencia constitucional
Hoy la legalidad, establece un marco que no puede ser modificado, por más fuerte que sean los
gritos, vítores o hurras de los partidarios y beneficiarios del gobierno de
turno. Porque se tratan de artículos
cruciales, que atañen al espíritu y fin, de presente y futuro de toda la Carta fundamental, y no solo de esa parte, como pretenden los
eufóricos.
“Tampoco rige la máxima
de “dejar correr a todos”, muy común en la jerga
politiquera y de los torneos de barrio, realizados a la orden”, repetía
este señor.
La característica del delito
autónomo de corrupción sistémica, es que se verifica en el accionar convencional, dentro de la
administración pública, bajo el amparo de la ignorancia, que es la que otorga cierta apariencia de legalidad, para llegar así a la transparencia: que es el arte de hacer
invisible lo que se necesita ver a fondo.
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