Naturaleza del poder gubernamental
Me llamó un parroquiano del Alto Paraná, y me dijo: “Si los delegados incurren en corrupción
sistémica, ¿a quién se pedirá justicia?”.
A esta disyuntiva, muy frecuente en el tema anticorrupción, la
Teoría General de la Corrupción ha
dado una respuesta clara, desde el
punto de vista filosófico y jurídico.
Todo
poder tiene solo un objetivo fundacional y existencial, en un Estado, país o
reino: bajar la corrupción, tanto sistémica como particular, por medio de la
justicia.
Por eso, en un sistema
democrático representativo, con libertad
de acción y pensamiento, es necesaria la claridad; aunque eso les cueste a muchos delegados gubernamentales interpretar correctamente. Declinando de usar la ley a su favor, en nombre del Estado de derecho, incurriendo en diversos atropellos.
“Dictaduras modernas”
También están los totalitarios,
que utilizando la violencia de
cualquier índole, anonadan a la
población por medio de la persecución,
la insidia y el terror.
En tal teatro de
operaciones, se estimula todo tipo de compra
de conciencia, en cada llamada eleccionaria, para justificar la denominación “democracia”. Esto es
común en muchas partes del mundo civilizado, donde siempre pagan los más débiles y pobres, pueblos originarios, niños e incapaces. A cuyo nombre, con ideologías parciales son utilizados
todos los grandes préstamos
multilaterales; pagaderos a largos e interminables plazos.
“...De modo tal que algunos delegados “agraciados”, ya no
sean responsables de las duras consecuencias económicas para su país”,
agregaba el demócrata del Este un tanto entristecido.
Burocracia anti-desarrollo
Mientras la claridad,
la libertad y la virtud, siga durmiendo en los cajones de los legisladores representantes, la realidad en el
accionar de los funcionarios, votados, nombrados o contratados, seguirá siendo
la de eludir la gran responsabilidad
sobre los actos, hechos y prácticas de
la gran corrupción sistémica.
Está sucediendo todo lo contrario en los países más desarrollados, vecinos; al
mostrar al mundo que el derecho no se debe confundir con los favores, para los delegados de turno.
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