Mal de antaño
Un parroquiano de Caaguazú
me dice: “La corrupción sistémica tapa la malversación”.
Según la TGC,
cuando el poder se une a la ignorancia se alteran las
interpretaciones jurídicas.
Al tratar de plantear una verdadera democracia, cuestionando
a todos los poderes y sus actores:
fácilmente se los puede considerar como simples “agitadores”, tal como lo han dicho y plasmado respetables senadores de la República, refiriéndose
al desparpajo con que se pretende retroceder
en cuanto a nuestra Constitución y su
Estado social de derecho.
“Al no respetar, cambiando
y trastocando, según los intereses
personales, para proteger esta malversación,
se fomenta la corrupción en sistema, con los usos y abusos que conlleva para
los bienes públicos de la nuestra
tierra”, aseveraba el ciudadano convencido.
Figuraciones
transparentes
El mismo vicio de malversación, se produce con el cambio de rubros públicos, comprando otras cosas, sin respetar el origen de los acuerdos presupuestados para
las instituciones.
La inestabilidad
de las interpretaciones, de nuestro Estado de derecho, permite que éste se
encuentre al servicio de los funcionarios malversadores.
“Por eso muchos de
los imputados, hasta hoy gozan de libertad
y sin preocupaciones, por tales actos,
hechos o prácticas corruptas”, agregaba el caaguaceño.
Democracia presupuestaria
La libertad y la virtud, al servicio del bien común, exige a los ciudadanos compromiso de
superar la ignorancia, para bajar la
corrupción sistémica, tan devastadora en el país.
“Los presupuestos
inflados, siempre hubieron y habrán, al tratar de controlar los poderes, y la costumbre de los factores del gobierno,
de pretender congraciarse con la plata
del erario, haciendo política
partidaria o recibiendo coimas por
proyectos, acallando las carencias con favores momentáneos”, concluía el
demócrata.
Esperamos que el pueblo con su voto, mañana, rechace a todos los malversadores, hoy candidatos con viso de demócratas.
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