En una sociedad farisaica; sin
doctrina; donde el pueblo fue maltratado, a nombre de una democracia bananera,
lo único que puede esperarse, como resultado, es la primacía de los “menos peores”.
Es lo justo para la corrupción sistémica.
La teoría general de la corrupción (TGC), establece que: Sin la disminución de los niveles de
ignorancia, en la ocultación de los sistemas de poder; tampoco puede bajar la
corrupción.
Si la política es una ciencia,
cuya comprensión solo se logra a través del conocimiento; organizado y
sistemático: Es obligación investigar, y, por supuesto, leer diariamente sobre
la situación del país y sus razones.
El problema radica en que,
cuando los mal denominados, como “menos peores” creen que la praxis es
suficiente en la educación, acompañada de la politiquería: Se va construyendo
una democracia conformista e irresoluta; privando a los niños y jóvenes, de la
posibilidad de exigir la verdad a sus autoridades.
Con el alza de precios, en los
productos de primera necesidad; sumado a la costumbre de hacer valer los años,
por encima de la calidad educativa, que merecen los infantes: El país está en su “mejor momento”, a fin de
recaudar para los más ricos, a expensas de los más necesitados, para quienes
siguen las promesas de: salud, educación y seguridad.
Es fácil simular actividad, a
favor de los más necesitados, con jugosos préstamos internacionales; pero,
pagaderos a largo plazo. De nada importa, porque se hace a espaldas, de los “menos
peores” examinados. De espaldas a una sociedad de “menos peores”.
Se busca mentalizar, a través
de los opinólogos, que la exactitud de una prueba, puede determinar el nivel
objetivo, que tiene cada uno de los examinados.
Es preciso comenzar a entender,
sobre la importancia de buscar disminuir este flagelo, tan destructivo: la
corrupción sistémica. Cuyas aristas en el poder, a través de la ignorancia,
generan una acción política sin doctrina. Igual o peor que las dictaduras
económicas, establecidas a nivel mundial.
Hemos dicho siempre, que en los
países subdesarrollados, todo falta y nada se hace bien. Total, el “menos peor”,
es el denominador común, a la hora de hacer uso de los bienes públicos. ¿O alguien, ha tomado un examen, de carácter
científico, objetivo (no de selección múltiple), que pueda medir el nivel de
ignorancia y corrupción, bases de la corrupción sistémica, en los cuáles se
desarrolla la actividad, politiquera, en cada una de las reparticiones del
Estado?
Es bueno recordar, tanto al
MEC, como a sus examinadores, que la corrupción no se disminuye denigrando o
pretendiendo degradar, a los funcionarios públicos.
Cumplimos en informarles, que existe
toda una teoría, jurídica y científica, diseñada en Paraguay, que establece un
sistema preciso para atacar el flagelo. Mucho más allá, de las simples
encuestas, o de los “crucigramas” y los acomodos
contables.
Da pena que el cedazo siempre “funcione”
estricto, en la última esfera del sistema educativo nacional: la de los
maestros. Total, no se necesita examen, para mandar “usar y abusar” del país, cuando
la politiquería, el prevaricato y el simulacro económico; sin ciencia ni
doctrina, seguirán siendo sostenidos por el comercio político, al estilo “vaí-vaí”.
Sin importar los daños y perjuicios.
Porque a la corrupción sistémica,
no le interesa si recaudan, los “mejores peores” o los “menos peores”. Para ella, todo lo que infla, no chilla.
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