Informados por la prensa, el pueblo
sabe que las instituciones que prestan los servicios públicos, no han pagado,
durante años, por la provisión de agua, luz ni teléfono.
Según la TGC, la “ignorancia en la ocultación del poder,
sostiene la estructura de la corrupción sistémica”.
Aquí se está aplicando, con
mucha precisión, el principio antijurídico de “la Ley no se aplica para los que mandan”. Éstos pueden desviar,
libremente, los fondos asignados en el presupuesto.
Esta democracia participativa,
en un Estado social de derecho, nos está mostrando la posibilidad de conocer la
verdad sobre algunos entes del Estado; que, por medio de sus ocasionales
autoridades, han venido eludiendo el pago por la provisión de los servicios
básicos, que permiten sus funcionamientos, como prestadores de servicios a la
ciudadanía.
Ahora bien; si se tratara de un
particular, no se le esperaría más de dos meses. Automáticamente se le corta el
servicio. No importa si tiene o no trabajo; si está enfermo, o, si tuvo algún
problema grave. Sin embargo, a los organismos oficiales e instituciones, se les
viene esperando años. Finalmente, esta morosidad, repercute en el propio
pueblo, que, año tras año, debe soportar la suba constante en el costo de los servicios
de primera necesidad. Sumado a la mala calidad, también en ascenso, de la
prestación estatal.
El IPS, que es propiedad de los
asegurados; de los trabajadores, está prácticamente en quiebre técnico.
ESSAP, continúa con un
deplorable servicio, en la calidad del agua. COPACO, en déficit desde hace
décadas. Y así, si continuamos la lista, necesitaríamos folios y folios.
Todo se permite, por la bondad
de este pueblo, carcomido por la ignorancia en la ocultación en los manejos del
poder.
La solución más sencilla, para
los administradores de turno, resulta ser el aumento de los impuestos y la
persecución de los expertos de pacotilla. Sin tratar de conseguir, al menos,
quitar mejor provecho (para la sociedad
toda, no solo para los amigos) en las binacionales, cuidar de la ecología y
al campesinado, para evitar que sigan siendo tragados por la corrupción
sistémica, en todos los niveles.
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