Cuando Latinoamérica
está inquieta, buscando hacer la voluntad popular: la corrupción sistémica,
trata de impedir el proceso político de las instituciones.
Según
la TGC, el poder en la ocultación de la ignorancia, impide la posibilidad de
desarrollo democrático.
Esta costumbre de usurpar las
instituciones, a través de la compra de conciencia colectiva, sin otro
objetivo, más que el económico personal y obscuro, lleva inexorablemente a la
primacía de la corrupción sistémica, dentro de un proceso político histórico.
Se tiran por la borda las declaraciones y los convenios internacionales; como los del
Mercosur, convirtiéndolos en manifestaciones pasajeras y coyunturales; no en
procesos de integración.
Cuando los representantes de
los poderes de las naciones, no respetan los procesos políticos, dentro de una democracia
verdadera; los derechos humanos, la libertad de acción y pensamiento; se
convierte al pueblo en un simple instrumento ideológico, sin respeto de los
superiores objetivos del derecho y de la política.
Nosotros hemos vivido esta
realidad tan de cerca y nuevamente, hoy, la corrupción sistémica, se va
materializando en perjuicio de los más necesitados de los pueblos
latinoamericanos. Obligando a los países pequeños, como el nuestro, prácticamente,
a regalar sus recursos naturales, a los esquemas del poder fáctico económico.
La sombra de la corrupción en
el continente, nos obliga a reconocer públicamente, a este flagelo como el
causante de todos los males, al utilizar
la estructura del poder, para el beneficio gremial económico.
Debemos seguir exigiendo el
pago de una justa compensación, por la cesión de nuestra energía; en todos los
ámbitos de integración posibles. No seguir con la política de “auto miseración”,
a fin de regalar nuestros recursos, bajo la excusa de “dar trabajo” (normalmente
precarios) a la población.
Se debe establecer un precio
único, en el mercado eléctrico del Mercosur, a fin de que la distribución beneficie a todos por
igual. En eso consiste el “interés social”, y no en repartir migajas, que no
ayudan verdaderamente a la gente a salir de la miseria.
Hagamos cumplir los principios
establecidos en el “Tratado de Asunción” , así como sus avances históricos, a
favor de Latinoamérica, hoy muy inquieta y preocupada por la corrupción
sistémica, en la ignorancia obscura del poder.
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