Si bien la
gran corrupción, intraley,
utiliza la obscuridad en el proceso de
sistematización, el miedo fue y sigue siendo su aliado inseparable;
imposibilitando así, el conocimiento del proceso.
Esta gran
corrupción, que campea en los tres poderes públicos, aterroriza a la población
civil, que no encuentra formas de disminuirla.
Mientras,
la pequeña corrupción, no desaparece, por la primacía de la corrupción
sistémica. Entonces, la ciudadanía vive en silencio, aparentando que todo es
orden, seguridad y respeto.
Los
encargados del sistema corrupto, se jactan incluso diciendo que “este es el
mejor país del mundo”. A veces, de a poco, hasta se va convenciendo, al hacer
la comparación con otros pueblos, más democráticos, donde la libertad de acción
y de pensamiento se llevó a la máxima expresión, creando una aparente
disgregación; protestas aquí y allá. Pero hay esa sonrisa, que tiene aires de
corrección sobre los puntos equivocados de la sociedad, como debe ser si nos
consideramos realmente civilizados.
Pero
cuando la población no tiene la posibilidad de dialogar, es fácil presa de la
corrupción sistémica, aunque siempre temporal, a través de los medios de
“opinión masiva”. Se parte de la base de un autoritarismo a ultranza, que tarde
o temprano, caerá como un castillo de arena.
Este es el
juego perverso de la gran corrupción, hasta que no sea bien utilizado la
libertad de acción y el pensamiento, convierte en esclavo al ser; pero si logra
dominar su miedo y colabora para la liberación de los menos, les dará la gloria
y justificación, de haber luchado contra este flagelo. Que es ciencia
transversal a muchas disciplinas en el mundo.
Que a la
política la tiene hoy, como su primer operador, a través del poder, cuyos
representantes creen superar si logran acallar el llanto de los pobres con la
limosna. Y a la plegaria del cuarto poder, con propaganda pagada, sin fuerza
bruta o de facto, pero tal vez, finalmente, el único y último poder, capaz, hoy
de disminuir la gran corrupción. Siempre y cuando sus representantes cumplen con
su finalidad, de informar y no solo de recaudar.
Así
vivimos nuestro Estado de derecho, peligrado permanentemente por la corrupción sistematizada,
en todos los frentes, permitiendo que nos comprendamos finalmente, todos,
reconociendo e identificando el miedo y sus causas.