Es bueno tratar de comprender lo que algunos políticos, están intentando justificar, a la gran población del país; acerca de la supuesta, "mágica" desaparición que tendrán la venalidad y la corrupción, con la ampliación de los negocios público- privados.
Según la TGC, ningún negocio económico puede hacer desaparecer a la corrupción. Al decirlo de esta forma, puede que suene un poco pesimista para el país, pero la realidad del devenir de la civilización, nos dice que la venalidad, así como la corrupción, es imposible de superar, con la sola implantación de una ley, donde se fusionará al Estado con los intereses particulares.
Innumerables planteamientos económicos, a nivel mundial, han demostrado,que ésta unión, si no tienen buenos actores y representantes, es un puente roto al vacío y a la quiebra en la economía de un país: España, Grecia e Italia lo pueden ejemplificar. Resultados para lo privado y cargas al erario para las pérdidas. Una fórmula archiconocida en las más renombradas facultades de negocios y economía del primer mundo, aplicables a los gentilicios sistemas corruptos, de gobierno latinoamericanos del subdesarrollo.
La corrupción sistémica, se sirve de un sistema económico nefasto; tanto en Europa como América. No hace mucho tiempo, hemos visto casos similares con nuestros vecinos. Y para qué ir muy lejos, nuestro país, hasta hoy sigue pagando la deuda a organismos privados que, en alianza público-privada, financiaron nuestras hidroeléctricas. Para colmo, seguimos vendiendo a precio de ganga, a favor de los mismos.
La democracia participativa, con libertad de acción y pensamiento, nos permite tratar de hacer comprender, que la venalidad y la corrupción aumentarán, fácilmente, con la alianza público-privada. Si es que los actores, piensan, ciegamente, que una ley es suficiente para sacarnos del pantano del subdesarrollo.
Una vez más repetimos, primero, debemos tratar a la corrupción como una enfermedad, para luego disminuir todos los vicios transversales de este flagelo, tan difundida y que hoy viene con el nombre de alianza.
Según la TGC, ningún negocio económico puede hacer desaparecer a la corrupción. Al decirlo de esta forma, puede que suene un poco pesimista para el país, pero la realidad del devenir de la civilización, nos dice que la venalidad, así como la corrupción, es imposible de superar, con la sola implantación de una ley, donde se fusionará al Estado con los intereses particulares.
Innumerables planteamientos económicos, a nivel mundial, han demostrado,que ésta unión, si no tienen buenos actores y representantes, es un puente roto al vacío y a la quiebra en la economía de un país: España, Grecia e Italia lo pueden ejemplificar. Resultados para lo privado y cargas al erario para las pérdidas. Una fórmula archiconocida en las más renombradas facultades de negocios y economía del primer mundo, aplicables a los gentilicios sistemas corruptos, de gobierno latinoamericanos del subdesarrollo.
La corrupción sistémica, se sirve de un sistema económico nefasto; tanto en Europa como América. No hace mucho tiempo, hemos visto casos similares con nuestros vecinos. Y para qué ir muy lejos, nuestro país, hasta hoy sigue pagando la deuda a organismos privados que, en alianza público-privada, financiaron nuestras hidroeléctricas. Para colmo, seguimos vendiendo a precio de ganga, a favor de los mismos.
La democracia participativa, con libertad de acción y pensamiento, nos permite tratar de hacer comprender, que la venalidad y la corrupción aumentarán, fácilmente, con la alianza público-privada. Si es que los actores, piensan, ciegamente, que una ley es suficiente para sacarnos del pantano del subdesarrollo.
Una vez más repetimos, primero, debemos tratar a la corrupción como una enfermedad, para luego disminuir todos los vicios transversales de este flagelo, tan difundida y que hoy viene con el nombre de alianza.