(Una introducción al análisis de las leyes injustas y las leyes
corruptas)
Todos
los componentes del Poder Legislativo, en una democracia, son políticos, y como
tales, se encargan de dar vida al Estado.
Por
ser representantes de las distintas comunidades o pueblos, ostentan, con la Constitución Nacional
vigente, un poder bastante amplio y autónomo para defender los intereses de sus
departamentos y comunidades.
La
ignorancia de los legisladores se revela al momento de auto adjudicarse sus
dietas y beneficios, desmedidamente, y sin tener en cuenta la realidad
económica del país.
Sus
mismos promotores se dan cuenta entonces, que
sus representantes no se encuentran culturalmente preparados y son
moralmente débiles para una democracia representativa.
Utilizan
la representación que el pueblo les ha conferido para conseguir, por medio de
sus investiduras, más de lo que legítimamente les corresponde como
legisladores.
Piensan,
que quienes han depositado sus votos son
tan ignorantes y corruptos como ellos mismos.
Los
ignorantes peligrosos son los componentes por antonomasia de la corrupción
legislativa, constituyéndose en sus operadores principales.
Como
han llegado “pagando” por su silla, los peligrosos deben actuar de gestores de
sus financistas. Promoviendo leyes corruptas, en confabulación con el poder
ejecutivo.
Hasta
hoy no conocemos de algún legislador que presente un informe de gestión,
semanal o mensual, sobre los problemas de la zona que los eligió como sus representantes.
Con
este tipo de representantes “desprendidos de la realidad”, lo único que se
puede esperar son leyes injustas y corruptas.
No
se deben confundir los conceptos de leyes injustas y corruptas; como el sistema
corrupto, busca, precisamente, la confusión, trataremos de encontrar las muy
sutiles y esenciales diferencias.
Las
Leyes injustas, generalmente contienen vicios gramaticales, que provocan
ambigüedad jurídica y deficiencias técnicas.
De
ese modo la reglamentación de las leyes queda al arbitrio de los órganos
administrativos que lo ejecuten. Incluso pueden contener normas plenamente
inconstitucionales .
Los
vicios de estas leyes por suerte son recurribles, ya que sólo manifiestan un
desconocimiento, por parte de los legisladores y su equipo de asesores sobre la
materia o el campo en el que están legislando.
También
suele suscitarse este tipo de leyes cuando se intentan implementar normativas
foráneas, sin realizar los estudios debidos de adaptación y aplicabilidad.
En
síntesis, pasa como un “error” visible de los legisladores. No se configura la
corrupción porque no se involucran a los demás poderes.
Sin
embargo, las Leyes Corruptas, demuestran, ya desde la creación de los
anteproyectos un marcado favorecimiento a un determinado grupo económico,
familiar o mafiosa.
Al
contrario de las injustas, las leyes corruptas pasan generalmente
desapercibidas para la opinión pública, ya que la mayoría se promulga en
períodos de receso o “agregadas” como “complementarias” de otra ley principal.
Para
la promulgación de las leyes corruptas se requiere del involucramiento de los
tres Poderes del Estado, y es precisamente el Poder Legislativo, a través de
los peligrosos, que no conocen límites para la intriga y la manipulación
política, el encargado de ésta “honorable” función.
La
corrupción legislativa resulta de difícil comprobación, ya que los mecanismos
del Estado para la investigación, como la Fiscalía General
del Estado, Contraloría General de la República , tribunal de Cuentas, fiscalía de
Cuentas, Defensoría del Pueblo, no cuentan con el suficiente apoyo legal para
imputar y juzgar a los legisladores corruptos.
Éste
es el mayor drama de América Latina, que será tratada en sucesivos materiales
sobre corrupción.
Solamente
emulando la perseverancia y honestidad de muchos legisladores de países
desarrollados, que con sus investigaciones denuncian a sus mismos colegas
parlamentarios, sin importar nombres y
apellidos, podremos comenzar una verdadera Democracia representativa y con
justicia.
En
nuestros países, en muy raras ocasiones, se ha podido procesar con éxito a
funcionarios públicos por los llamados “delitos de corrupción”, que
corresponden, como ya dijimos, a la primera fase de la corrupción. La misma
naturaleza de los procedimientos administrativos corruptos los hace aparecer
como “favores” políticos, y nunca tienen una base documental que pueda sostener
una imputación.
En
tal sentido, muchos de sus actores, ignorantes peligrosos y analfabetos, ya no
consideran a su proceder como corrupto, sino impulsores de actividades
legalmente “permitidas”. Y se consideran ellos mismos mentores de la normalización del sistema económico y
social del pueblo.
Para
entender esta actitud haremos nuevamente mención al presupuesto general de
gastos de la nación, por ser el instrumento y la manera más fácil para conocer
y prevenir todas las irregularidades de un Estado, a corto y mediano plazo.
Como
ya dijimos, son los miembros del Poder
Legislativo los encargados de aceptar o rechazar el proyecto presentado por el
Ejecutivo; por lo tanto, trataremos de deslindar responsabilidades.
Es
común que el presupuesto se presente bastante abultado.
Como
dicen algunos economistas: “Para que luego de regatear un poco, quede aún algo
a los directores”.
Al
ser aprobado por las dos Cámaras del Congreso, el proyecto de presupuesto queda
prácticamente promulgado.
Y
es allí donde podremos apreciar la influencia de la corrupción y sus agentes:
los ignorantes.
En
Latinoamérica, y principalmente en Paraguay, el
Estado sigue teniendo una participación mayoritaria en la administración
de algunas instituciones fundamentales de los servicios públicos, como la
provisión de energía eléctrica, abastecimiento de agua, servicios de
telecomunicaciones, explotación ferroviaria, combustibles, por citar algunos.
La
mayoría de estos servicios se encuentran a cargo de empresas deficitarias, de
carácter privado-estatal manejados por la ignorancia y la corrupción de sus
directores, que en su mayoría no tienen otro mérito más que el de ser operadores
políticos, “leales” al sistema que sostiene a la corrupción.
En
esta etapa, que todavía puede ser calificada de transición democrática, han
aparecido leyes favorables a la privatización de las empresas del Estado.
Pero
en el fondo, estas leyes corruptas, solo trasuntan en beneficio de los futuros
compradores, y en perjuicio de los derechos adquiridos de los trabajadores y la
calidad social del servicio prestado por tales empresas.
Mientras,
los trabajadores se agrupan y organizan en sindicatos, la mayoría de ellos
liderados por dirigentes ignorantes que sólo responden a su bolsillo y están
prestos para “vender” a sus compañeros al mejor postor, con tal de seguir con
sus beneficios en influencias políticas. Es decir, difícilmente, pueda
encontrarse algún atisbo de autonomía sindical.
En
cambio, los futuros compradores, amigos del sistema, conforman sociedades
poderosas, cuyo único fin es el de saquear las empresas del Estado, lucrar por
un tiempo y encarecer aún más los costos de los servicio públicos.
Muchas
de éstas sociedades están compuestas por los mismos hombres más influyentes del
gobierno de turno, mimetizados en testaferros.
Un
sistema simple y perfecto de enriquecerse a costa de los bienes públicos,
propio de los países subdesarrollados, confeccionado y dirigido por ignorantes
acomodados, y gestionado hábilmente por los peligrosos.
De
este modo, los legisladores se erigen como doblemente corruptos.
Primero,
por utilizar su investidura para fines privados, y luego por emitir leyes
espurias para explotar la buena fe de los trabajadores, engañados por los
discursos oportunistas de sus senadores y diputados. Éstos últimos, carentes de
todo escrúpulo, y cuya única motivación es la de servirse de sus votantes para
alcanzar sus fines económicos personales.
En
el Poder Legislativo paraguayo, se ha instalado el silencio cómplice de sus
miembros.
Están
convencidos de que el pueblo nunca se despabilará ni condenará sus actos.
Son
reiteradamente elegidos para cada período, favorecidos por el sistema electoral
que beneficia a los ignorantes.
Campañas
políticas que no tienen nada que envidiar al más coordinado de los espectáculos
circenses rusos.
Por
lo tanto, y siguiendo con el presupuesto, que una vez ejecutado, si fue mal
concedido, ya las ventajas estarán computadas por los avivados, que supieron
crear un estado de necesidad y su solución aparente.
Y,
que curiosamente los representantes del Pueblo no supieron desentrañarlas por
“desatención”, ignorancia…o por formar parte de un sistema perfecto de corrupción.
Laignorancia y la corrupción, como queda demostrado, son aliados inseparables.
Lo
hemos afirmado en las anteriores páginas y lo repetimos para afirmar, que los
tres Poderes del Estado, con gran frecuencia se coadyuvan para lograr el
perfeccionamiento del sistema de gobierno corrupto, para de esa manera evitar
que sus actores y “pensadores” sean molestados, por lo menos hasta que termine
el período.
Pero
entonces, ¿Ya no podemos creer en la Justicia soberana de los pueblos…? ¿Y el poder
Judicial?
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