Aflora la inestabilidad en muchos sectores del
país, como resultado del interés de los nuevos dueños de los poderes; los que
son de posible cambio y los otros, que continúan, son exigidos a tratar de
sanear la corrupción.
Nuestra democracia está mejorando, pero aún
existen algunos interesados, transparentemente, en hacer y decir, actos, hechos
o prácticas del totalitarismo; considerando a la representación, como medio de
beneficiarse, a sí mismo o a los parientes, en el mar de necesidades en que
vive el país; justamente por la incapacidad y la poca lectura de los
encargados, quienes fácilmente se olvidan y creen, que su voluntad de
acomodarse debe primar, sin importar el origen de su cargo; a quiénes está
representando en el poder. Un poder que, según la TGC , es naturalmente corrupto;
que necesita mucho de la calidad ética de quienes lo ostentan, para buscar la
equidad y justicia, en el bien común, para ir superando las inestabilidades
sociales, dejadas por la corrupción sistémica; cuyo tifón alteró un proceso de
gobierno, felizmente, sin mucho costo; pero sigue hoy latente, la inestabilidad
a causa de los abusos de los bienes públicos, en manos de inescrupulosos: que
forman la estructura del gobierno.
El levantamiento de datos, de las
instituciones públicas, nos reporta una alarmante realidad sobre la corrupción:
Nos une a todos los paraguayos, y hoy tenemos la responsabilidad de
disminuirla, superando la ignorancia interpretativa, para el cumplimiento de la Constitución.
Los propios representantes de la ciudadanía,
en los tres poderes, están obligados a mejorar, y no tratar de auto-excluirse,
como responsables, dejando que la gran corrupción marque la inestabilidad, en
todos los sectores sociales. Solo por tratar de jugar una oportunidad, en
beneficio de los encargados del sistema, que en la democracia, aparecen mucho y
tratan de confundir, sin importar a quienes están perjudicando con su
inestabilidad, en manos de la corrupción.