Si el sistema colegiado, no respeta la
democracia y el Estado de derecho, fácilmente, todas las sugerencias de los
encargados del ejecutivo, caen bajo la corrupción sistémica: Que no es otra
cosa, sino la injusticia, en perjuicio de la democracia.
Según la TGC , la ignorancia es el elemento central de todo
sistema corrupto; por la obscuridad que crea, ante una realidad social.
De lo anterior, no hay duda en el mundo
desarrollado: la corrupción es una enfermedad, que se debe curar, por los
perjuicios que acarrea a todo país, que tenga intenciones de progresar o salir
del subdesarrollo. Ya que, encareciendo o no cumpliendo lo pactado, en el orden
constituido, en todos los actos, hechos y prácticas, sus respectivas
sugerencias, dejan de ser legítimas en derecho público. Se convierten en
simples proyectos comerciales, para sacar ventajas económicas, con la
explotación de los servicios del Estado, por parte del mismo grupo de
privilegiados del país; en detrimento, obviamente, de los más necesitados del
usufructo de tales servicios públicos.
Aquí en Latinoamérica, hasta se llegó a
declarar un “monumento a la corrupción”, cuya consecuencia estamos, hasta hoy,
pagando, sin que nadie se interese, en bajar ese índice de la generalizada
corrupción sistémica; pero, si se ven amenazas, contra los ciudadanos deseosos
de conseguir un mejor vivir; esto es, amenaza para la nación entera, tal vez.
Como decía Filemón Valdéz, “en Paraguay nos
conocemos todos”. Nos cuesta mucho dejar de lado el totalitarismo mafioso y
corrupto; para comenzar a construir una verdadera democracia, con libertad de
acción y de ideas, al amparo de la Constitución social que tenemos. Para convertir a
la República
y su organización Estatal, en la forma de Estado social de Derecho, en un
instrumento jurídico y político válido para ir solucionando los graves
problemas sociales del país.
Internamente, estamos muy abandonados por
nuestros representantes; y, externamente, por nuestros vecinos, que cada día
nos ponen más trabas; con la sugerencia del proteccionismo a ultranza, en
perjuicio de las naciones menos favorecidas del bloque.
Ninguna institución colegiada del país, ha
dado resultados contundentes contra la corrupción sistémica; que aprisiona al
Paraguay, posiblemente, por las grandes riquezas naturales con que cuenta.