En Latinoamérica es común confundir,
principios jurídicos con razones políticas. A causa de la corrupción sistémica,
que ahoga a todos los países; y por la falta de civilidad del sufrido pueblo,
carente de dirigentes dedicados a la verdadera política.
La política, es el instrumento para manejar el
poder, según la TGC ,
cuyo objetivo principal, debe ser dar la oportunidad de un mejor vivir, a todos los
seres humanos de la tierra.
Los principios jurídicos tienen preeminencia
sobre la política, según: Convenios y acuerdos internacionales, sobre derechos
humanos universales; es decir, inherentes a la persona humana.
Si esta política nacional o internacional, no
respeta los principios jurídicos, fácilmente cae en el totalitarismo y autoritarismo,
que nuestra democracia participativa y pluralista, constitucional, no puede
aceptar y callar. Como ha ocurrido en la época de la dictadura, cuando vivíamos
en una democracia bananera, al amparo y sostén de expoliadores, manejados por
la corrupción sistémica en toda Latinoamérica.
Muchas veces hemos indicado, que la ignorancia
es el elemento de la corrupción; es como su caballito de batalla, para
avasallar, justamente, los principios jurídicos de los acuerdos y tratados
ratificados, queriendo algunos, lavarse las manos con decir: “La política” o
“Decisiones políticas hacen que tal o cuál hecho, o proceder internacional, se
debe aceptar calladamente”. Esto, al amparo de la corrupción sistémica que
tanto daño económico ha causado en América latina, hoy y siempre, que termina
siendo pagado por el sufrido pueblo: En obras monumentales, cuadruplicados en
sus costos, pagados por el Estado, en nombre de un bien para la ciudadanía.
En tratados jurídicos, con igualdad y equidad,
a favor de los dos países, pero que hasta hoy son incumplidos. Siendo la única
beneficiada la corrupción sistémica, creando cada año, nuevos archimillonarios
en el país. Mientras, al pueblo ni el salario mínimo se le puede elevar.
Sin embargo, siguen las amenazas de nuevas
subas de los servicios públicos, en general: Es el resultado de las “razones
políticas”, al amparo de la gran corrupción sistémica.