Si
hablamos de contrabando, estamos ante una corrupción
contra ley; cuya acción es fácilmente visualizada por la sociedad. Pero al
decir “intra ley”, nos estamos refiriendo a la gran corrupción
sistémica, cometida en la obscuridad del sistema de poder, conformado por los
tres poderes del Estado.
Según
la TGC, si no sabemos cómo funciona la corrupción, difícilmente podremos
disminuirla; esta regla, se aplica a nivel mundial.
Últimamente,
la prensa viene publicando, con todo el destaque posible, el combate del
gobierno al contrabando hormiga; en los distintos puntos fronterizos. Además
del decomiso de las mercaderías, que pertenecen a estas personas, padres y
madres de familia: “La mayoría condena al
gobierno, ya que ellos lo consideran un trabajo justo; para sobrevivir ante la
corrupción galopante, en todas las instituciones y la falta de otros medios de
sostenimiento económico en la sociedad”.
Este
contrabando cometido a plena luz del día, por la fragilidad de los controles en
el país, casi no es nada, en comparación con la magnitud de la gran corrupción,
ejecutada en la obscuridad del sistema: Ya sea en contratos de venta u otra
actividad, concedida, transparentemente, a los
amigos, correligionarios y demás. En las licitaciones, y en la aceptación de
los pliegos de bases y condiciones, normalmente se concreta, la “invisible”
corrupción sistémica. Que no puede ser combatida con arranques furtivos, de
fuerza pública desmedida; ni con protestas desairadas, sin organización política.
Porque
esa corrupción tiene el viso de legalidad; más no de legitimidad. Lo cual, hace
imposible su cuestionamiento directo, salvo, casos excepcionales; donde, por
ejemplo, en una primera pugna de precios, se fijó un monto, y luego, se manda
suspender la licitación; al retomarse, resultó que la obra a ser concedida, era
un 30 % más cara, que lo establecido en el primer llamado licitatorio.
La
corrupción por lo tanto, es un hecho consumado. La gran corrupción o intra ley, se consuma dentro de un sistema
de poder, normalmente al amparo de los representantes de los tres poderes
constituidos. Esto se hace posible, a través de la interpretación de la ley,
con ignorancia de tercer grado. De eso depende que se los llamen hechos, actos
o prácticas de corrupción.
Esta
realidad, presente en toda sociedad civilizada, solo puede ser disminuida aplicando y respetando la ley en los tres
poderes; dentro de un Estado de derecho,
en democracia, con libertad de acción y pensamiento, que nos permita saber, a
través de los medios de comunicación masiva, los actos gubernamentales
irregulares y perjudiciales para nuestro desarrollo como país.
Esta
es una lucha, como podemos ver, contra la obscuridad; que es ignorancia, en
perjuicio de la generalidad, a favor de
una clase política corrupta y de claque, de la cual, ningún representante del
gobierno puede desmarcarse, de motu proprio, si ha llegado al poder con sus mismas
prácticas.
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