El
político es el hombre de las cuestiones de Estado.
El
encargado de combatir la ignorancia y la corrupción.Es
decir, dedica el tiempo completo a tal actividad.
Se
sirve de sus experiencias para solucionar los problemas nacionales e
internacionales.
Los
buenos políticos nunca buscan figuraciones y no han dudado en entregar su
propia vida por una causa justa.
Ha
venido aprendiendo poco a poco el importante rol que tiene para con quienes le
han confiado sus votos.
En
la etapa actual, de democracia latinoamericana, los electores, debido a la
ignorancia abrazada, no han podido defenderse de las aves de rapiña que
circunvalan el cielo de nuestros países.
Estos
políticos de negocios, sin escrúpulo alguno, explotan a cuantos imbéciles,
sonsos y desviados encontraren para formar su fortuna sin la preocupación de
cumplir con los mandatos de la política verdadera.
Entonces,
la ignorancia y la corrupción van devorando todo a su paso, cual temporal no
anunciado.
De
este modo corre la corrupción, a caballo de la ignorancia.
Va
creando a su paso civilizaciones pobres y desprotegidas, tiñendo de un raro
color a la democracia.
Es
hora de que Latinoamérica toda ponga punto final a esta cadena de barbarie que
atropella y explota sin misericordia a nuestra gente.
Los
hijos que verán la luz de este suelo, pagarán sin culpa el pecado que hoy
estamos cometiendo, al tolerar este estado de ignorancia y un sistema de
gobierno corrupto, al servicio de unos pocos.
Este ambiente es semejante a cualquier tiranía conocida, pero con otro nombre.
Es la tiranía económica que esclaviza al pueblo y devora sus recursos naturales.
Aquellos que como dirigentes alegan hambre y miseria de su pueblo, sólo lo hacen a la pesca de cobrar sus comisiones de los préstamos internacionales que sus hijos o nietos habrán de pagar.
Ésta es la politiquería impulsada por quienes, equivocadamente se precian de políticos en Latinoamérica, cuando no son más que ignorantes al servicio de un sistema de poder: la corrupción.
Contra
ella deberá seguir luchando la juventud de nuestros países latinoamericanos.
Sin descanso. Si es que queremos verla extirpada para el siglo XXII, en una
Latinoamérica libre y próspera.
*Del libro "La ignorancia y la corrupción: El origen de un sistema". Asunción, 2000.