“Al
tener la verdad sobre la corrupción…”—me decían unos vecinos del Alto
Paraná—“…Nos desesperamos, ante tanto robo, realizado a través de la corrupción
sistémica, en nombre de la necesidad; organizada en perjuicio de los más
necesitados de los servicios públicos”.
A
esto, los funcionarios públicos, responden como loros amaestrados: “Hemos
realizado todo de manera transparente”.
Según
la TGC, si las instituciones encargadas de realizar o supervisar las obras, no
lo hacen con alta objetividad; caerán fácilmente en igual corrupción, de la que
hoy está denunciando, el actual gobierno: Publicando a cuanto asciende lo
defraudado al pueblo; en detrimento de las zonas más carenciadas del país.
Una
responsabilidad, que genera desesperación al saber que 600 millones de dólares,
según auditoría contable y administrativa, fueron, sencillamente “repartidos”
sin justificación.
La
democracia es un gobierno de “todos y para todos”, donde el cuarto poder
ilumina las falencias cometidas, a través de la corrupción sistémica. Aquí,
como en cualquier parte del mundo globalizado.
Este
pueblo, que no acepta, desde su fundación como país libre, más que la verdad y
la sinceridad, al servicio del bien común y el progreso, quiere ir realizando
su propia curación social.
Si
comenzamos a aplicar nuestra Constitución social, podremos ver que nos abrirá
al mundo, más que la nebulosa de la politiquería barata; al servicio de unos
pocos amigos, parientes y correligionarios incondicionales, cuyas consecuencias
todos pagamos:
Siempre
se comunica, sobre obras monumentales, según tratados y convenios para hacer
progresar al país; dotándoles de medios para salir de su posición económica sub
desarrollista, dentro de América Latina.
Tenemos
una de las dos más grandes hidroeléctricas del mundo, produciendo a “todo
pulmón”. Sin embargo, seguimos más pobres que “cruz del camino” (kurusu legua).
Hoy
el “nuevo rumbo” promete: “Recuperar el justo trato y resultados, sobre estos
bienes”; símbolos de la corrupción sistémica, de la era democrática; de los
tratados latinoamericanos: Donde el pobre paga y pone desesperación; sus
aborígenes son expulsados de sus territorios, en nombre de mejor vivir, para
los más carenciados y el supuesto progreso del Paraguay.
Sin
desesperación, tenemos que renegociar ese “bien común”, pidiendo lo justo a
nombre del pueblo.
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